miércoles, 30 de diciembre de 2015

ESPAÑA A CUATRO PATAS

España a cuatro patas


                   
Las elecciones del 20-D han puesto España a cuatro patas o a tres y la coja, según se mire. Si atendemos a los cuatro  grupos en los que se ha dividido la derecha y la izquierda, yo estoy convencido de que se va a tratar de una división accidental, producida por una reacción popular contra las medidas anti crisis y la corrupción extendida por toda la clase política. Esta división, que a ojos de agorero presume el fin del bipartidismo, no es más que una manifestación espontánea de cabreo colectivo sin más. La derecha sigue siendo la derecha, si se quiere con el apellido liberal, y la izquierda seguirá siendo la izquierda socialdemócrata al estilo europeo,  con un apéndice marginal ahora crecido por la incursión de un grupo de populistas pijos, niños de papá, que juegan con los sentimientos y las carencias de las clases menos favorecidas.

Si de la segunda opción se trata, las elecciones han dejado a España con tres patas constitucionales y una cuarta pata, coja,  carcomida,  con miles de agujeros donde anidan anarquistas, antisistema, independentistas, terroristas, traficantes, pendencieros, irredentos y demás caterva de la extrema izquierda.

Si en el sentir de la clase política se aprecia una tendencia inequívoca a la reforma o actualización de la Constitución, no tan sentida por los ciudadanos, ahora es el momento de analizar la necesidad, proponer los cambios y llevarlos a cabo,  en el menor plazo posible para que el proceso no afecte demasiado a la estabilidad política y económica de España.

La reforma de la sucesión en la Corona no ofrece dificultades. La reforma del Senado sí sería cuestión de un detenido estudio de su conveniencia y utilidad dada la diferencia de criterios de los diferentes grupos, unos a favor de ampliar las competencias de la Cámara y otros partidarios de convertirla en un Consejo Autonómico y poco más. La delimitación definitiva de las competencias estatales y su blindaje ante la disgregación de normativa autonómica no contemplaría demasiadas diferencias salvo las aparte pretensiones separatistas de la pata coja podemita y su entorno. La reforma de la Ley Electoral, que en la actualidad beneficia a los dos grandes Partidos y a los de tinte nacionalista, es “justa y necesaria” por los desequilibrios que representa que hacen que agrupaciones con un número de votos tengan menos representación que otras con una cantidad muy inferior.

La reforma o actualización de la Constitución, con estos asuntos y otros que seguramente me dejo, solo es posible llevarla a cabo en un momento como el actual, en que se prevé una legislatura corta en el mejor de los casos o un adelanto electoral en el peor. Con un Gobierno salido de una mayoría absoluta no cabría reforma alguna salvo que se pactase para el final de legislatura porque ningún Gobierno de esta índole iba a disolver las Cortes y convocar referéndum a mitad de legislatura. Ahora que entre las tres patas constitucionales suman 253 escaños que dan una mayoría suficiente y además contando con la mayoría absoluta del PP en el Senado, es el momento de sentarse a discutir, negociar y concretar una reforma que satisfaga a todos, salvaguardando la unidad de España, la igualdad de todos los españoles y la solidaridad entre los diferentes territorios que la conforman –a los separatistas nunca les vendrá bien- y que alargue sin fecha la hasta ahora más duradera de las Constituciones españolas.

PP, PSOE y Ciudadanos deberían renunciar a personalismos e intereses espurios y dar una muestra de generosidad y flexibilidad como ya hicieran los españoles que en 1978 se dieron a sí mismos esta Carta Magna que, a pesar de que me resulte difícil digerir la división territorial, sí reconozco que ha servido para  darnos treinta y cinco  años de estabilidad y prosperidad. Las tres patas sanas en las que se apoya España deberían ponerse de acuerdo, dejando el Partido más votado la responsabilidad de gobernar mientras dura el proceso constituyente; marcar unos límites de tiempo lo más cortos posible y a continuación disolver las Cámaras y convocar el referéndum y elecciones generales. No parece ser que “Pedro I el Guapo”, vasallo que fue de la sultana de Sevilla esté por la labor sino por todo lo contrario. Todo indica que, emulando a Mas, se arrastrará por los suelos pidiendo a Podemos la investidura. Si esto fuera así y el PSOE lo consintiera, sería una desgracia para todos y una excelente ocasión perdida.



miércoles, 23 de diciembre de 2015

¿Y AHORA QUÉ?



¿Y ahora qué?



A Mariano Rajoy le han dado la Noche Buena. No hizo caso del refrán que dice “Confía en Dios y no corras” y se confió en Pedro Arriola y Jorge Moragas y no inició a tiempo la carrera electoral y así le ha pasado. Ahora le toca correr de casa en casa para ver quién le apoya o quién se abstiene, con el enemigo, léase El País, El Mundo, Libertad Digital y algún otro, sembrando cizaña en casa de los contrarios. Pero Rajoy es testarudo y formará o no Gobierno,  pero irse, eso no lo verán los que claman desde estos medios.

Pedro Sánchez, que no cree en nada que no sea en él mismo, tampoco va a celebrar la Noche Buena por mucho que lo pretenda porque ya se encargará Susana Díaz de agriársela, como en la noche del lunes, a ritmo de campanilleros en la madrugá de un nuevo PSOE, en el que Sánchez tendrá poco que ver, si pacta con el frente popular como si no lo hace.

 Albert Rivera va a entonar el “25 de desembre fum fum fum”  con los cuarenta infantes del Coro Infantil del Orfeó Catalá y “ Fagi fred, fagi calor, serà millor, serà millor, que de desembre en fem memòria, perquè ens vulgui dalt la gloria. A punto estuvo de alcanzar la gloria y ha ido a caer en el limbo, allá donde habitan los “ni fu ni fa”.

Pablo Iglesias, como no cree en Dios, va a celebrar el nacimiento de Podemos, no en el portal de Belén sino en el portal de  la casta, porque hasta ahora era solo casta local o regional; ahora ya pertenece a los tres niveles, o sea caspa total.

¿Y ahora qué?. Los que hemos pensado, dicho y escrito en numerosas ocasiones que era necesario un partido bisagra que pudiera echar una mano en las mayoría relativas de los dos grandes,  pero sin ser nacionalista / independentista por el alto precio que ponen a sus servicios, nos hemos quedado con dos  palmos de narices al verse frustradas las esperanzas que pudiéramos haber puesto en Ciudadanos. Los cuarenta valientes que decía Rivera en la noche electoral van a deambular sin más oficio durante cuatro años por el desierto a no ser que el guía les lleve a un pacto de legislatura con el PP.  




Si lo que creo se cumple, que Mariano Rajoy gobierne en minoría, con pactos de legislatura o puntuales y disponiendo de una minoría de bloqueo en el Congreso y mayoría absoluta en el Senado, Pablo Iglesias se tirará  a la calle, ahora ya  reconvertido otra vez a revolucionario y montará “quinceemes”, “veinteefes”, tomará las plazas –mejor dicho, llenará de mierda las plazas- y se convertirá en el cristo de los internautas y de los incautos hasta que estos aprendan a discernir sobre lo que es necesario, auténtico y viable, de lo que  es pura demagogia y populismo.

Si lo que creo se cumple, Pedro Sánchez seguirá en su puesto hasta el próximo Congreso pero no como gallo de Ferraz  sino como palomo alicortado de San Telmo. La operación de convertirse en señor habiendo sido vasallo no le ha dado resultado, sobre todo porque a quién sirvió goza de buena salud. Si pacta con Podemos firmando la independencia de País Vasco, Cataluña, Galicia y El Bonillo y dotar a los españoles de una nueva Constitución revolucionaria, habrá llegado donde iba, es decir a ningún sitio porque estará Rajoy para frenarlos en las dos Cámaras, habrá culminado sin honor su carrera política y le horrorizará verse en el espejo la aparición de las primeras arrugas.


“España no la va a conocer ni la madre que la parió”, decía Guerra, sin pensar en aquel entonces que el PSOE pudiera estar donde Zapatero, Rubalcaba y Sánchez lo han dejado. El futuro más próximo no parece halagüeño. “Los enemigos de España no descansan”, decía Franco y llevaba razón porque a un día de las elecciones los mercados y el Financial Times no paran de enviar mensajes catastróficos que nos asemejan con Portugal y Grecia.

Yo espero que la cordura de la clase política se haga notar. Ahora es cuando se va a ver quién tiene madera de hombre de Estado o quién juega solo al corto plazo. Si por Sánchez fuera, ya estaría como Mas llamando a todas las puertas de la rojeria y el independentismo vendiendo su alma al diablo con tal de ocupar la Moncloa. Si el PP consigue gobernar, abriendo las ventanas y aireando las alfombras, tendrá más fácil remontar porque Ciudadanos se va a desinflar pronto si no sale del limbo. El PSOE lo va a tener más difícil porque, a poco que se descuide, tiene agazapado y al acecho a un depredador que ya se ha tragado prácticamente a IU –Garzón acabará uniéndose a Podemos- y va a por ellos porque Iglesias ya se considera el conductor de la revolución y la izquierda no admite disidencias. Si hubiera que volver a votar en primavera, el fracaso de la actual clase política seria de órdago.

sábado, 19 de diciembre de 2015

EL VALOR DE LA EXPERIENCIA



EL VALOR DE LA EXPERIENCIA

Y como es jornada de reflexión, previa a la jornada electoral, voy a hacer una pequeña reflexión sobre un asunto que mañana va a influir notablemente en el resultado: El concepto y valoración de la experiencia.


La vida es un continuo aprendizaje. Desde que nacemos necesitamos la ayuda de nuestros progenitores y de ellos aprendemos a dar los primeros pasos, a articular las primeras palabras, a diferenciar lo bueno y lo malo, a identificar el peligro etc. etc. Posteriormente entramos en otra época en la que nuestros maestros nos dan a conocer el mundo, nos educan y nos preparan para valernos por nosotros mismos en el futuro. Llegamos a una tercera etapa en la que hemos accedido al mundo laboral, desarrollamos lo que hemos aprendido y seguimos aprendiendo de nuestros jefes, maestros, capataces etc. a la vez que poco a poco vamos adquiriendo experiencia que a su vez trasmitimos a los que vienen detrás de nosotros. Formamos nuestra familia y tenemos nuestros hijos con los que repetimos el proceso en el que nos iniciamos nosotros y a la vez que enseñamos a nuestros hijos, seguimos aprendiendo de nuestros padres en un proceso cíclico que se repite generación tras generación. 


La edad confiere conocimientos y experiencia, valores ambos que han de ser reutilizados, los primeros mediante su trasmisión, la experiencia como guía, como fuente de consejos sobre cómo actuar y como recurso al que acudir ante la incertidumbre.


La experiencia, asociada a la madurez, son las que han dirigido todas las sociedades humanas en todos los tiempos. De hecho muchas de las comunidades actuales tienen como principio fundamental el reconocimiento de la edad y la experiencia como autoridad indiscutible. En nuestra sociedad occidental cualquier tipo de autoridad, dominio o poder han sido representados por personas de edad madura y con gran experiencia de la vida.


Ha sido en estos últimos cincuenta años con el desarrollo de nuevas tecnologías que han facilitado la comunicación y la globalización de la raza humana, cuando nos percatamos de que en determinadas cuestiones las generaciones se están quedando rezagadas frente a las que les siguen. La forma de vida de que dispusieron nuestros antepasados apenas si se alteró en siglos, hasta la llegada de la revolución industrial que supuso el primer cambio  brusco de lo que hasta entonces había sido trascendental a lo que a partir de entonces sería superfluo. En estos últimos años, con la llegada de la revolución tecnológica el choque ha sido más brusco y más discriminatorio porque una parte de la población humana goza de todos los medios que esta revolución tecnológica facilita mientras la gran mayoría de ella apenas si los conoce  o tiene acceso a ellos.


Es en esta sociedad desarrollada, en donde la tecnología ha venido a facilitar la vida pero también a hacerla más impersonal y más individualista, donde se ha empezado a cuestionar lo que en siglos fue indiscutido, el valor de la experiencia. Solo porque manejamos herramientas a las que nuestros progenitores apenas llegan o porque gracias a ellas hacemos en segundos cosas que a ellos les costaban horas, no debe llevarnos a creer que todo lo anterior no vale sino a reconocer que todo lo que ahora disfrutamos no lo hemos hecho nosotros sino los anteriores a nosotros. 


La generación que ahora está en el paso a la jubilación es la que más poder de adaptación ha tenido frente a las treinta generaciones anteriores y de paso una de las más creativas. Ha visto como sus antecesores crearon un nuevo orden mundial donde había buenos y malos, que a su vez procedía de otro anterior en el que también había buenos y malos. Ha vivido la descomposición de este orden establecido artificialmente y ha rescatado otras formas de organizarse en sociedad que ya estaban inventadas desde la antigüedad. Esta generación ha entrado a formar y a comprender una sociedad globalizada en la que todo afecta a todos, donde para muchas cosas han desaparecido las fronteras, donde la interdependencia es cada vez mayor. Esta generación ha creado un sistema de vida más solidario y más justo. Ha bebido en las fuentes de la experiencia histórica e intenta no repetir los mismos errores pero sí aprovechar los aciertos.


Ahora resulta que aparece gente que viene y dice que todo lo anterior es inútil, que hay que cambiarlo todo, que no les importa el sacrificio de quienes les consiguieron esta vida fácil de que ahora disponen, que la experiencia ya no es un valor sino una rémora, que lo viejo es viejo aunque de valor y arte se trate, que el Estado que creamos en 1978 es una antigualla, que la Constitución que entre todos nos dimos es papel mojado, que la casta política ha de ser desterrada, que hay que ir a una sociedad más libre en la que cada cual pueda obrar a su antojo sin más limitaciones, que hay que poner todos los medios de producción bajo el control del pueblo y al servicio del pueblo, que hay que eliminar todos los poderes fácticos y crear un pensamiento único que conduzca a la igualdad de todos los miembros de la sociedad. Y así un largo etc. que sería inasumible e insoportable por una sociedad libre y democrática como la nuestra. 


Mañana hay que ir a votar a las urnas. Es la hora de diferenciar el conocimiento, la madurez y la experiencia, con todos sus errores y equivocaciones, de los cantos de sirena y brindis al sol de quienes nada lucharon por tener lo que tienen, nada valoran tener lo que tienen y solo les mueve el odio y el desprecio a todo lo que no encaja en su totalitario concepto de la organización social. La votación de mañana es un ejercicio de responsabilidad en mucho mayor grado que en ocasiones anteriores. Ahora se está a tiempo, luego no valdrán las lamentaciones.


viernes, 18 de diciembre de 2015

ADA COLAU Y LOS TONTOS DEL SOLSTICIO


El "lumbreras" que ha diseñado el árbol de Colau debería proponerse para el Premio Princesa de Asturias de las Artes
ADA COLAU Y LOS TONTOS DEL SOLSTICIO

Hay una coplilla que se canturrea por mi pueblo que dice: “Hay tontos que tontos nacen / hay tontos que tontos son / y tontos que vuelven tontos / a los que tontos no son”. Y hablando de tontos hay también un refrán que se utiliza con frecuencia y dice así: “cada día que amanece el número de tontos crece”.

En el amplio mundo de los tontos, donde tienen merecida fama el tontorrón, el tontaina, el tontico y el tontucio; el tontochorra, el tontoelhaba, el tonto del culo y el tonto de los cojones, ha nacido una nueva raza de tontos, “el tonto del solsticio”.

El tonto del solsticio es un espécimen parido, si no  abortado, por la rojería antisistema y podemita que en su concepción totalitaria de la vida pretende imponer, desde las minorías radicalizadas,  un modelo de vida adaptado a sus roídas conciencias y sus intereses de clase, de secta, de clan.

El tonto del solsticio acude cada año en el de verano a ver por donde se cuela el sol en Stonehenge, en el orto del día más largo del año. Mientras la muchedumbre contempla como aparece el sol, el tonto del solsticio da saltos levantando los brazos y gritando como un poseso. Aquí, como no tenemos Stonehenge celebramos la noche de San Juan y en ella, el tonto del solsticio retoma su primitivismo y salta las hogueras entre gritos y danzas ancestrales.

El tonto del solsticio solo podía celebrar el de verano ya que el de invierno está ocupado en toda nuestra sociedad occidental por otra celebración, más moderna pero más trascendente por cuanto ha sido la guía espiritual de nuestra civilización, el nacimiento de Cristo. Pero el tonto del solsticio odia las raíces de esta civilización y  esta cultura, que por otra parte es la suya y por ello se une a otros que penden de la misma rama y en atea y estrafalaria congregación se montan una celebración paralela, no tanto por convicción como por joder la marrana. El tonto del solsticio se ha inventado también la celebración de la bienvenida a la sociedad democrática en lugar del bautismo cristiano tradicional y la fiesta del paso de la niñez a la pubertad en lugar de la primera comunión cristiana, eso sí, previo  pago de tasas por la reserva de fecha y del acto en sí.

 Cuando la congregación de tontos del solsticio encuentran a alguien que sobresale  por su situación de poder y capacidad de influir y determinar en su favor, la suben al altar de un Stonehenge imaginario y la nombran tonta mayor del solsticio, con mando en tropa; sí, con mando en tropa del ejército de desalmados, cantamañanas, asnos, estrafalarios y chalados que deambulan por la tierra de nadie que es ahora Barcelona.

Ada Colau, la tonta mayor del solsticio, ha usurpado la voluntad de la mayoría de los ciudadanos barceloneses y ha pretendido eliminar todo vestigio y toda referencia a la fiesta cristiana de la Navidad; en su lugar llena las calles de faranduleros y saltimbanquis. Alega la Alcaldesa en la web municipal que es “una de las celebraciones más antiguas”, muy anterior a la celebración cristiana que la suplantó. Argumenta igualmente que  “Durante el solsticio de invierno los días son más cortos que en ningún otro momento del año, pero es durante este periodo cuando se comienzan a alargar. Con el solsticio celebramos, por tanto, el triunfo de la luz sobre la oscuridad, un momento que anuncia que la primavera llegará pronto”. Si esto último fuera así el Ayuntamiento de Barcelona jamás celebraría el solsticio porque si algo predomina por encima de la testa de los barceloneses es una formación de nubarrones tenebrosos que anuncian un futuro incierto y calamitoso. Coinciden Ada Colau y Alfonso Guerra en lo de que a Barcelona, como a España, no la iba a  conocer ni la madre que la parió.

La programación comprende  “Actividades relacionadas con el reciclaje y la sostenibilidad, espectáculos de magia, marionetas, circo… todo junto para vivir el solsticio de invierno”, o sea una forma de subvencionar a la farándula que en el mercado libre del espectáculo no se come una rosca o promocionar la mediocridad artística construyendo un árbol navideño a base de botellas vacías, con tan poca iluminación que más parece ciprés de cementerio que abeto de Navidad.  Justifica todo como “Una buena manera de disfrutar de las fiestas sin potenciar sus aspectos más consumistas, de mostrar a los barceloneses y a las barcelonesas que hay maneras alternativas de vivir la Navidad de una manera diferente”.  Si para la alcaldesa el consumo es un pecado capital, los comerciantes y sobre todo los empleados del comercio  estarán acordándose de su progenitora. “Las celebraciones del solsticio de invierno incluirán también un espectáculo de luz y sonido con las fuentes de la plaza de Cataluña como grandes protagonistas”. "¡Ven a celebrar el solsticio de invierno!", comienza a describir la web del Ayuntamiento dedicada a estas fiestas. "La plaza de Catalunya se convierte en el centro de una Navidad diferente".

A diferencia de Madrid, donde la pseudo podemita Carmena ha sido más avispada, la barcelonesa ha impuesto el sectarismo de una minoría sobre el total de los barceloneses, aprovechando eso sí un momento de indefinición, confusión y miedo que impide que la gente salga a la calle a defender lo que piensa y lo que siente.

Yo invito a los barceloneses a que cuelguen de sus balcones estampas, láminas, tapices o cualquier otra cosa que recuerde y represente  el nacimiento de Jesús; que los rodeen de luces y destierren al fantoche de Papá Nöel aunque en esta ocasión casi esté justificada su presencia; que enseñen los dientes a Colau y le digan que ya está bien de suplantar la soberanía del pueblo y con ella sus creencias y costumbres y ya de paso, que el día 20 tengan mejor ojo y más acierto a la hora de depositar el voto y elijan a quienes defienden el todo y no solo la parte que comulga con la división y la separación.

Conocido es de todos que los pavos no celebran la Navidad porque el nacimiento de Jesús significa su paso por el horno. Esto da pie al siguiente silogismo navideño: Los pavos odian la Navidad. Ada Colau odia la Navidad. Ada Colau es una pava.