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Foto CLM24 |
Y CAÍN MATÓ A ABEL.
ESPAÑA ES ASÍ
El cainismo que impera hoy día en
la política española no tiene parangón, en la izquierda, en la derecha y en el
secesionismo catalán. Ya no importan los programas ni la gobernación del
país, ni la crisis que asoma las orejas
ni la parálisis presupuestaria, aquí y ahora lo único que importa es la lucha
fratricida entre “caínes” y “abeles”, el quítate tú que me pongo yo de las
listas electorales pero llevado a la máxima expresión.
Desde el principio de la reciente
democracia la izquierda formaba una familia en la que el hermano mayor el PSOE
se repartía la mayoría de los bienes familiares dejando al PC/IU las migajas, aun cuando la auténtica y valiente
izquierda, la de PC, fue la que mantuvo viva la lucha durante la dictadura
mientras el PSOE fue presa de un profundo y cómodo sopor del que despertó marxista
en el Congreso de Suresnes para mutar en
socialdemócrata en el Congreso Extraordinario de 1979. El PCE a pesar de la
etiqueta eurocomunista adoptada por Carrillo se veía como un partido viejo y de
porte antiguo frente a la figura joven,
prometedora y para muchos ilusionante que ofrecía Felipe González , apoyado
por su padrino político el gran líder socialdemócrata alemán Willy Brandt. La
izquierda comunista bastante diezmada y resucitada al fin en una amalgama de
siglas como IU, se conformó con su papel segundón frente a la izquierda
socialdemócrata moderna representada por el PSOE. En su mejor momento, 1996 con
Julio Anguita al frente IU consiguió 21 Diputados, que han ido descendiendo hasta 2011 en que
solo consiguieron 11 escaños.
Con la aparición de Podemos y
tras fagocitar a IU, la extrema izquierda se crece y en 2015 ya consigue 69 escaños frente a los 90 del PSOE,
distancia que se reduce en 2016 al conseguir 71 escaños frente a los 85 del
PSOE y dando lugar a los primeros rumores del “sorpasso” de Podemos al PSOE y
por consiguiente saltando en éste todas las alarmas. Pablo Iglesias se ve ya
Vicepresidente del Gobierno e intenta colocarse a la altura de Pedro
Sánchez, dando con ello comienzo a una
guerra de ególatras en la que Iglesias
dio una de cal (apoyo para echar a Rajoy) y otra de arena (no apoyo de los
Presupuestos obligando a Sánchez a convocar elecciones) pero Sánchez tuvo claro
desde el principio que Iglesias y Podemos eran el enemigo a batir y reducir a
la insignificancia y casi lo consigue en las elecciones de 2019 donde aumenta
esa mínima distancia de 14 escaños de 2016 (85/71) hasta llegar a 81 (123/42),
si bien no por méritos propios sino por el comienzo de la descomposición de
Podemos.
Las desavenencias y el vergonzoso
mercadeo de sillones al que hemos asistido últimamente nos deja entrever que no
se trata de coincidir programáticamente en mínimos que permitan formar Gobierno
y que importa un bledo a Sánchez y a Iglesias lo que pueda acaecer al país en
tanto tiempo sin un Gobierno mínimamente estable; su guerra es personal, ego
versus ego, Narciso contra Macho Alfa, con resultados que ya intuimos y las encuestas confirman, Pedro Gana, Pablo
pierde, la neo socialdemocracia revestida de populismo de imagen y banalidades que inventó Zapatero,
aumentada en lo banal por Sánchez, es la que triunfa y la que envía a la
extrema izquierda al lugar que siempre tuvo, condenada por no haber sabido
administrar el voto prestado.
En la izquierda en asunto ya se
ve más o menos claro, Caín mata a Abel y sanseacabó. En la derecha todos
quieren ser “caínes”. Entramos en una nueva era política en la que una renovada
y jóven clase dirigente se comporta como gallos de pelea (que son los únicos
gallos no violadores de gallinas que se salvarán en el juicio final). El PP
parece ir desprendiéndose de todo aquello que lo lastraba, corrupción,
indefinición, marianismo etc. y se deja
llevar por una nueva generación, de vieja escuela, que no tiene muy claro cómo
recuperar el inmenso terreno perdido a manos de oportunistas a su izquierda y
su derecha. Por su izquierda un pipiolo
de marketing al que se le quedó pequeña Cataluña y abandonó a su suerte a pesar
de ser el Partido más votado, para venirse a la Villa y Corte a hacer las
Américas y que, tiempo al al tiempo si no lo vemos volver a su Barcelona natal
con el rabo entre las piernas.
Muy crecido al verse solo a nueve
escaños de un PP derrotado y bajo mínimos pero con una sólida implantación
territorial, renuncia a su partida de
nacimiento, transversal , centrista, con notable inclinación a la izquierda por
parte de los fundadores (ahora desaparecidos) y con el ánimo de poner una vela
a Dios y otra al diablo (legislatura anterior Andalucía PSOE y Comunidad de
Madrid PP, legislatura actual Murcia. Madrid. Castilla León PP y Castilla
Mancha PSOE). Ahora su meta ya no es la del partido centristas capaz de
facilitar gobiernos a diestra y siniestra, los nueve escaños que le separan de
Casado le han provocado un ansia que ya no se ve sino como jefe de la oposición
una vez conseguido el “sorpasso” al PP, que tal parece que no va a ser así porque sus
cabreados por pelearse con el PSOE votarán a Sánchez y los votos prestados del
PP y los cabreados de Casilla La Mancha irán a Casado; al final y como en casi
todos los Partidos que nacen en torno a una persona y toman prestadas la ideas,
Ciudadanos más pronto que tarde quedará relegado a un nivel insignificante y Albert Rivera “Riverita” al de su colega
emergente Iglesias.
Rivera tuvo en sus manos la
formación de un Gobierno de centro izquierda que hubiera favorecido la
estabilidad del país y con ello la economía, evitando al tiempo que Sánchez
cayera en manos de los independentistas o se pasara meses mareando la
perdiz y jugando al “Trading Floor Game” (el juego del
intercambio) con Iglesias hasta dejarlo exhausto por aburrimiento. La soberbia del cainita Rivera, muy mal
aconsejado por quiénes le hacían ver que comerse a Casado era cosa hecha, nos
ha llevado a esta situación de incertidumbre en la que Sánchez se frota las
manos viendo cómo sus adversarios se devoran entre ellos.
Del otro cainita, Abascal y el ultraderechista VOX y tras la
reconciliación de los cabreados con el PP, podría quedar un partido residual de
extrema derecha, necesario para frenar el buenismo de la nueva política,
mantener la llama del nacionalismo español y velar por la conservación de
muchos valores que la nueva clase política desprecia, pero poco o nada más,
otro gallo derrotado.
En Noviembre, si el voto del
centro y derecha no toma la misma dirección, estaremos en la misma situación de
provisionalidad e inseguridad que en este momento, con un Sánchez crecido en su
soberbia, un Iglesias derrotado pero todavía necesario, catalanes y vascos
frotándose las manos y la derecha
desfondándose mientras averigua
cual de sus tres líderes es el más “macho”. Los votantes de centro y derecha
deberíamos reflexionar seriamente sobre el asunto. España es más importante que
la batalla entre tres caudillos de
Playmobil.
De los catalanes hoy no toca,
están de diarrea crónica independentista.
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