SELECTIVIDAD, ¿Y DESPUÉS QUÉ?
Hoy dan comienzo las pruebas de acceso a la Universidad, la
selectividad, que es como se conoce popularmente obviando los tecnicismos con
que cada Ministro la bautiza. Comienza hoy en Castilla-La Mancha y continuará
en el resto de CCAA hasta mediados de Junio para los 300.000 estudiantes que
este año se enfrentan a la prueba. Al ser la educación una de las competencias
descentralizadas, son numerosas las quejas de estudiantes por las diferencias
de contenidos y niveles que se exigen en cada una de las CCAA y en la fase
quinta para idiomas oficiales en las CCAA que los poseen, que obliga a todos
los que se examinan en ellas. Los estudiantes catalanes, valencianos, baleares,
vascos o gallegos deberán superar además la prueba del idioma. No es la primera
vez que desde el Ministerio se pretende realizar una prueba única en toda
España, la última la Ministra Celaá aunque a la hora de la verdad todo se quede
en una declaración de intenciones.
Un alto porcentaje de los estudiantes que terminan el
Bachiller optan por continuar sus estudios en la Universidad y menos de la
tercera parte del total elige los grados medio y superior de la Formación Profesional, aunque desde el mundo
empresarial y la misma UE recomienden esta última como modo de enriquecer el
mundo laboral con altos niveles de conocimientos prácticos que afectan a la
calidad y productividad de los centros de producción. En España la FP es
socialmente la segunda vía y por mucho que ahora el Ministerio de Isabel Celaá
se llame de Educación y Formación Profesional se está muy lejos de conceder a
la FP la importancia que requiere; de hecho, en España el porcentaje de
titulados de FP alcanza el 24% mientras la media europea es del 48% y en el
total de la población activa de la UE el 50% tiene titulación de FP. Un
reciente informe de la OCDE destaca que en 2020 dos tercios del crecimiento de
empleo corresponderá a titulados medios y superiores de Formación Profesional
mientras en España seguimos ensimismados con la titulación universitaria.
El gran acierto de los tecnócratas de los Gobiernos de Franco
fue la creación de las Universidades Laborales cuando las Universidades estaban
aún reservadas para las clases pudientes y en todo caso para un sector de las clases medias urbanas. Para el medio rural
en general la Universidad era inasequible y las Laborales hicieron posible que
multitud de alumnos de este entorno pudieran obtener titulaciones medias y
superiores que hicieron posible el despegue económico de la España del último
tercio del Siglo XX. Gracias a la aportación de las Universidades Laborales se
crearon y fortalecieron empresas punteras que aún existen. En comunicaciones,
Iberia, Renfe o Telefónica. En automoción Seat, Pegaso, Barreiros, CASA o Motor
Ibérica. Los astilleros públicos y privados, las petroleras Repsol y Cepsa y
las eléctricas Hidroeléctrica Española, Endesa, Iberduero y otras muchas en un largo etc., todas ellas
se nutrieron del personal altamente especializado que salía de las
Universidades Laborales y que ocuparon segundos y hasta primeros escalones en
la gestión y dirección de estas empresas.
En el nuevo régimen, con la partición de España en 17 mini
estados y la descentralización de casi todas las competencias estatales,
las CCAA crearon sus propias Universidades
con la sana intención de que éstas llegasen a todas las clases sociales a
diferencia del régimen anterior y satisfaciendo a las clases menos pudientes
que pudieron ver a sus hijos con niveles de formación imposibles en otros
tiempos. Nació la titulitis y hubo más de una Universidad pública y alguna
privada donde los títulos salían como churros y las tesis doctorales como las
porras, una por rosca. Universidades descentralizadas con hasta cinco campus, costosas y difíciles de mantener como
la Universidad manchega que se sitúa en el nivel de clasificación 9 de entre 11
en que se ha dividido el ranking universitario español (Fundación BBVA e IVIEV; El Español, 25 Abril 2019).
Todas
las familias sueñan con hijos universitarios, están en su derecho y la sociedad
debe atender esta aspiración. “La Universidad es para los alumnos inteligentes,
la Formación Profesional para los más torpes y vagos”. Esa es la imagen que se
ha instalado en la sociedad actual a la hora de calificar a los estudiantes y
que la clase política no ha hecho nada por hacer cambiar. Se da la
circunstancia de que el índice de paro entre los graduados universitario
alcanza el 30% mientras que entre los titulados de FP es solo del 10%. Se da
también la circunstancia de que el conjunto de Universidades públicas y
privadas están lanzando al mercado bastantes más titulados universitarios que
los que el mercado laboral es capaz de asumir y aún teniendo en cuenta la facilidad
de movilidad entre las fronteras de la UE. De nada sirve producir graduados que
son carne de desempleo y mal funciona la orientación en los Institutos cuando
no se hace ver a los alumnos qué estudios tienen porvenir y cuáles son los
menos demandados por la sociedad. En el informe de Adecco (El Español, 18 Junio
2018) las 25 carreras universitarias más demandadas por orden de
preferencia son : ADE, ADE y Derecho,
Arte y Diseño, Arquitectura, Biología y Biotecnología, Bioquímica, Comercio y
Márketing, Derecho y Criminología, Economía, Educación, Enfermería, Ingenierías
diversas (puestos 12 al 19), Medicina, Periodismo, Psicología, Química,
Relaciones Laborales y RRHH y en el
lugar 25 Turismo.
Dentro
de la Formación Profesional hay que
distinguir entre las especialidades de “bata blanca” y de “mono” y
aunque las primeras son las más demandadas no siempre son las mejor retribuidas
ni las que mayor oferta de trabajo ofrecen . Entre las de grado superior
destacan por su preferencia y por la facilidad de encontrar empleo: Informática, Desarrollo de
Aplicaciones Web, Marketing y Publicidad, Administración y Gestión y Diseño y
Patronaje. En las de grado medio destacan por su preferencia: Gestión
Administrativa, Administración y Finanzas, Aplicaciones Informáticas, Diseño de
Sofware, Comercial, Electricidad y Fontanería, Auxiliar de Clínica y Sistemas
Microinformáticos y Redes. Todas ellas con oferta de empleo y medianamente bien
retribuidas.
Europa
tiende a potenciar cada vez más la formación profesional mientras que en España
seguimos pensando que a ella acuden los que no sirven para otra cosa. Obras son
amores y no buenas razones, el cambio de nombre al Ministerio es un brindis al
sol si no se empieza por reestructurar esas enseñanzas, con un profesorado seleccionado
y cualificado, unos contenidos exigentes y una titulación que se corresponda
con los estudios y prácticas cursados y sea homologada en cualquier país de la
UE. Si esto no se hace así, seguiremos enviando al paro multitud de
universitarios que habrán visto truncadas sus ilusiones y esperanzas y solo los
más preparados con formación postgrado encontrarán en plazo más corto el puesto
de trabajo.
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