viernes, 12 de abril de 2019

LA PROCESIÓN DEL VOTO






LA PROCESIÓN DEL VOTO

Pocas Semanas Santas habremos conocido tan entretenidas como ésta que se nos echa encima. Yo no recuerdo ninguna. Al inquilino con derecho de compra que habita en Moncloa se le ha ocurrido jodernos las procesiones de toda la vida, las del santo a hombros, con costaleros o con ruedas y va a hacer procesionar a un ejército de vividores, trileros, cuentistas, cantamañanas, soplagaitas, tiralevitas, chupatintas y un largo etc. que en mayor o menor grado conforman nuestra clase política, para vendernos las mil y una burras y hacernos creer que cada uno de ellos es el cristo resucitado que viene a redimirnos de nuestros pecados.

Esta Semana Santa además servirá para dar penitente cobijo a quienes la denigran y en más de un caso veremos a quienes torpedean a la iglesia, vestirse de nazareno, a cara descubierta, sin caput para que se les vea y salir en procesión mediática, rodeados de una corte de fotógrafos y aduladores de pluma y pantalla. También esta Semana Santa frenará los exabruptos de los herederos de matacuras y pisacristos de la chusma podemita-comunista, que buscarán medios más  sibilinamente encaminados a obstruir la devota celebración, como en el caso de Santiago de Compostela donde el alcalde ha retirado las ayudas a las cofradías católicas en  Semana Santa.

Aunque dice Tezanos en su fogón que, consultadas las meigas, el número de católicos practicantes ha decaído hasta  cifras irrisorias, pero sin ofrecer la muestra del patrón-medida que le permite establecer cuantas misas, confesiones, bodas, entierros o limosnas son necesarios para  pasar del estado de católico ascético al de católico escéptico, lo cierto y verdad es que por los cuatro puntos cardinales, aldeas, pueblos y ciudades se engalanan y preparan para celebrar la pasión,  muerte y resurrección de Cristo, sacando en procesión desde la imagen más sencilla a las tallas de Salcillo, Juan de Mesa, Montañés, Astorga o la familia Roldán con Pedro y su hija María Luisa (la Roldana) de cuyas manos salió la imagen del Nazareno que se venera en mi villa natal, Sisante.

Ya sea por verdadera fe, sentimiento religioso temporal o circunstancial, penitencia ofrecida o simplemente tradición, lo cierto es que la Semana Santa es, junto a la Navidad,  la celebración  más importante de la cristiandad española, que además de su carácter religioso, sus connotaciones culturales,  artísticas, culinarias, turísticas y económicas son tan fuertes y arraigadas que aguantan sin cantearse los envites de las Carmenas, Colaus, Martiños, Quichis y demás morralla que anda suelta por la vieja piel de toro.

No creo que al final el intento del  perverso Sánchez de adormilar a la derecha con el éxtasis de su celebración religiosa le vaya a dar resultado, más bien pienso que la sociedad cristiana ya redimida esté en mejor situación de colocar a casa uno en el sitio que se merece, porque quienes pretenden destruir nuestra civilización cristiana occidental, nuestra historia y nuestras tradiciones, necesitan que alguien les salga al frente y les haga bajarse del burro. 

La procesión de las urnas de esta democracia casi yacente se entremezclará estos días con  las devotas procesiones religiosas y pretenderán sacar partido de ellas. No seamos ingenuos, ellos van  a lo que van aprovechando todos los medios a su alcance y esta ocasión se la pintan calva. Llegada la Pascua, habremos dado a Dios lo que es de Dios y el domingo siguiente al César lo que es del César.

Hay otras procesiones  las internas,  con itinerarios y horarios desconocidos pero no menos escasas de penitencia. Hay quien es el costalero de su propia procesión.

 

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