A SÁNCHEZ SOLO LE
FALTA LA COLETA
Navega el vapor socialista por
aguas turbulentas de rápidos que anuncian la proximidad a la gran cascada, al
desastre. Navega sin rumbo claro que le permita alcanzar un remanso del rio
donde sentar sus reales y poder vender su mercancía. Si lo busca a babor, a
poco que se arrime a la orilla están esperándolo las huestes hambrientas de
poder del visionario Iglesias y el mediocre Garzón que le quieren arrebatar
su flanco izquierdo. Si se inclina a
estribor le esperan los inmaculados sin pecado original de Ciudadanos para
arrebatarle el flanco derecho. Si continua sorteando los rápidos se arriesga a
caer por la gran cascada a no ser que en el último momento hagan encallar la nave entre dos rocas.
Esto ha hecho de Sánchez un
especialista en poner una vela a Dios y otra al diablo, dentro y fuera de su
formación; un ave Fenix que una vez renacido de sus cenizas son tantos los
caminos que le salen al paso que deambula por todos sin centrarse en encontrar
el único de ellos que conduce al éxito.
Sánchez tiene claro quién lo
quitó y quien lo repuso y por eso, leña al mono a los que en su día se la
jugaron o en el futuro se la puedan jugar y “besos, abrazos y expresiones de
sus partes” a la fiel infantería que le aupó aún traicionando a quienes hasta
el momento habían jurado fidelidad.
Pero ya no es solo agradecimiento
por lo que le hicieron; aquí se trata de parecer Rivera o parecer Iglesias, o
parecer ambos. Con Rivera coincide en la juventud, en la ausencia del ejercicio
de gobierno, en una trayectoria política exenta de escándalos. De Iglesias
envidia la capacidad de llegar a la gente, de cambiar el mensaje sin el menor
sonrojo, de congregar en torno a él cientos de grupos de naturaleza asamblearia
y matices ideológicos dispares. A Sánchez le gusta más el sistema podemita de
caudillo sin apenas segundas filas –ya se encargó Iglesias de desmantelarlas-
de una masa que se mueve al son del discurso fácil contra el eterno enemigo de
la derechona. Sánchez cree haber encontrado en el modelo asambleario la
garantía de su propia subsistencia.
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Sánchez como Iglesias, caudillo único. Como buen pastor guarda de los lobos a sus ovejas y a sí mismo |
Con las maniobras de los últimos
días Sánchez coloca a los cuadros por debajo de las bases, que al fin y al cabo
era la venganza que éstas le pedían y él soñaba cada noche, pero eso tiene un peligro y no pequeño por cuanto
que los cuadros eran la moderación en el PSOE mientras las bases son en parte
la chusma que gritaba “Dales caña Arfonso”. Se equivoca Sánchez si cree que la
infantería socialista es como la podemita. Ambas se encuentran a años luz
aunque confluyan en la galaxia del puño en alto. Las bases podemitas son el
producto de una clase media acomodada que la crisis ha hecho perder
posiciones, entre la que destaca el
colectivo universitario de jóvenes que lo han tenido todo sin tener que luchar
por nada y que un día tuvieron la oportunidad de ser escuchados tras los
megáfonos de sus acampadas por alguien más listo que supo aprovechar la
ocasión, recoger el guante y venderles
humo. En las bases socialistas abunda por una parte el cerrilismo pueblerino de
la ideología heredada, de la derecha como eterno enemigo, de la división
irreconciliable entre nosotros y el enemigo, el socialismo agrario de piñón
fijo, de peonada, de pocas entendederas y fácil manejo. Por otra parte el
socialismo urbano de taller y de fábrica, de barrio, de dudoso éxito académico
pero que coincide con el anterior en su radicalización, no entendiendo la
política como la pugna entre fuerzas que compiten por los mismos fines como
adversarios y no como enemigos. Las bases socialistas no entienden el término
adversario, para ellos es el conmigo o contra mí. Es una masa radical muy
inclinada a la izquierda, mucho más próxima del movimiento populista-comunista
que de la izquierda moderada, socialdemócrata o próxima al centro político.
Sánchez solo va a conseguir que
los cuadros del PSOE miren hacia abajo en vez de tener la vista puesta en
Ferraz, porque ya no hay que conseguir el favor del jefe sino el de la plebe,
pero resulta que a la plebe quien la tiene próxima, la conoce y la domina son
sus líderes naturales, los del pueblo, los de la provincia y estos también van
a presentar a Sánchez sus credenciales de “elegidos por la militancia”.
Llegado el momento de las sublimes consultas que determinarán el rumbo del
partido, las bases votarán lo que sus líderes naturales les aconsejen o les
impongan, o sea más de lo mismo. Para este viaje no hacían falta alforjas, que
es lo mismo que decir que para un simple cambio de look no hacía falta cabrear
al personal.
El PSOE se ha vuelto asambleario,
como Podemos. Ahora a Sánchez solo le falta la coleta.
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