...dejar de pensar en los muertos y dedicarse a gobernar para los vivos... |
CUANDO EL
DIABLO NO TIENE NADA QUE HACER …
Los socialistas quieren ocultar su propia guerra civil
trayendo a la memoria la que todos habíamos acordado olvidar, aquella guerra
civil que los socialistas comenzaron en
1934 y en la que todos perdieron pero sobre todo la izquierda y dentro de la
izquierda, los que fueron abandonados a su suerte por los dirigentes
socialistas y comunistas, que huyeron
con el dinero robado a manos llenas que les permitió un exilio dorado.
La transición pretendió acabar de una vez con esta guerra
fratricida y todos, desde la extrema izquierda a la extrema derecha,
renunciaron a una parte de sí mismos para crear un marco de convivencia, de
olvido y de perdón. Esto fue así hasta que la descomposición del PSOE iniciada
con la salida de Felipe González llevó a la secretaría General a un aspirante a
Largo Caballero, cuyo mérito, aparte de ser nieto de un espía en ambos bandos,
era no tener ninguno.
Tirando por tierra el espíritu de la transición y en pleno
delirio guerracivilista , en parte sentido y en parte utilizado para ocultar
sus propias deficiencias, hizo volver a la sociedad española a épocas pasadas
de enfrentamientos y de odio y lo materializó con una Ley de la Memoria
Histórica, compendio de rencillas y ánimo de venganza con la que pretendía
criminalizar a quienes salieron vencedores y convertir en héroes a los
vencidos, sin reparar en que tras una guerra civil todos, vencedores y
vencidos, son perdedores.
El espíritu de la transición hecho añicos por Zapatero y sus secuaces |
Una Ley que la acomplejada derecha, gobernando con mayoría
absoluta y dirigida y presidida por un no menos acomplejado Mariano Rajoy –más
contable que político- no fue capaz de derogar y de aquellos lodos vienen estos
barros. Ahora un PSOE en plena guerra interna, con un alma dividida entre
Podemos y la nada, saca a relucir lo que ni siquiera el infame Zapatero se
atrevió a legislar y pretende distraer al respetable con disputas de patio de
vecinas para que no caiga en la cuenta de que el PSOE se está desintegrando y
lleva los mismos derroteros que sus parientes franceses.
En el Congreso de los Diputados se han juntado el rio con la
rambla, el hambre con las ganas de comer. Los socialistas, que necesitan hacer
del PP el único, malvado y diabólico enemigo; los podemitas que haciendo gala
de su gandulería congénita se dedican a hacer el payaso en ruidosas y
esperpénticas actuaciones que solo a los incautos y T&T (tontos con título)
son capaces de ilusionar y por otro lado los riveritas, muy crecidos por los
resultados de sus ¿homólogos? franceses y los de la trasnochada encuesta del
CIS, que se creen ya el obligo del mundo y empiezan a recrearse mirándoselo.
Los tres, acompañados del resto de chusma separatista han acordado que lo mejor
para España en estos momentos, en que vemos la luz una vez pasado el túnel de
la crisis, es desenterrar a Franco, sacarlo de su mausoleo, hacerle un juicio
sumarísimo y posteriormente fusilarlo.
El CIS debería haber incluido en su encuesta el estado de
preocupación de los españoles por el hecho de que Franco siga enterrado en el
valle de los Caídos y si esto se sitúa por encima de la preocupación por el
paro y la corrupción, habrá que tomarlo como razón urgente de Estado y buscarle
solución. Pero como pienso que no sería este el resultado, creo que lo mejor es
dejar de pensar en los muertos y dedicarse a gobernar para los vivos; trabajar
por el futuro y dejar de una vez en paz el pasado; hacer salir de la
mediocridad a nuestra clase política y desterrar de ésta a tanto tonto útil
como la puebla.
Monumento a los muertos por la guerra civil, sin más |
A mí me da igual que Franco esté enterrado allí o en otro sitio. Hoy un comentario en la red venía a
decir que por peores razones el rey felón Fernando VII debería ser sacado del
panteón real de El Escorial. Me molesta, eso sí, que “Cuelgamuros” siga
convertido en el vaticano de la ultraderecha donde venera a su “Papa” muerto.
Acaso no sería mejor, esté o no enterrado Franco o el abuelo de Zapatero, poner
una gran lápida de granito a la entrada con la inscripción “En honor a
todos los que dieron su vida luchando
por sus ideales” o algo parecido. Y si
me apuran y tratándose de que es el monumento más visitado de España y para que
todos puedan hacerlo sin temor a que se mueva la lápida que cubre los restos
del Caudillo, que se declare por consenso Monumento Nacional a los que murieron
en la guerra civil en ambos bandos y se potencia como tal, eliminando las
peregrinaciones de unos y el repelús de los otros.
Si para ello hay que entregar los restos de Franco a su
familia o a la fundación que lleva su nombre para que sean enterrados donde
ellos decidan y definitivamente se acepta por todos que éste sea el lugar donde
se honre la memoria de todos los que fallecieron en la contienda, me parecería
aceptable. Lo que nunca me parecerá de recibo es que todo este movimiento y
pataleo venga determinado por la incapacidad de unos, el odio de los otros y el oportunismo de los
demás.
Mi abuelo fue defensor del Alcázar de Toledo y muy bien podía
estar enterrado en la cripta del mismo porque a ello tenía derecho. En cambio
mis familiares optaron por olvidar aquello y darle sepultura en el pueblo,
cerca de ellos; un acierto que cada día valoro y agradezco más.
Cuando el diablo no tiene nada que hacer mata moscas con el
rabo. Más les valiera a socialistas, podemitas y riveritas pensar en lo que
España necesita y trabajar por conseguirlo. Les pagamos para que lo hagan.
Quizás la mayor preocupación de los españoles en las encuestas del CIS debería
ser la “clase política”. Todo se andará si siguen así.
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