1º DE MAYO, FIESTA DE LA MARISCADA
El patinazo de Pedro Sánchez y como consecuencia la
convocatoria de nuevas elecciones ha servido para dar algo de vidilla a la “gran manifa” con la que los sindicatos nos
obsequian/aburren cada 1º de Mayo.
El 1º de mayo es el día de la gran fiesta. Los sindicalistas
que viven del sindicato, de la empresa o del cuento, delegados, liberados,
empleados etc. aguardan a que amanezca para ir cada uno al almacén a recoger su bandera, adornarse el cuerpo con
miles de pegatinas, recoger las pancartas confeccionadas la noche anterior y
formar la guardia a los líderes que van apareciendo minutos antes de la marcha.
Es la gran fiesta del engaño, del
discurso vacuo, de la frase hecha, de la arenga repetitiva, de la demonización de
los que crean el trabajo y del gobierno
de turno si es de derechas.
Albacete se vistió de rojo. Allá fueron a la calle según unos
dos mil, según otros mil y según quien los cuenta ochocientos. Me quedo con la
cantidad intermedia, la de mil manifestantes, que suponen el 0,8% de la
población trabajadora y que en gran parte eran políticos en precampaña,
sindicalistas a sueldo y algún obrero que pasaba por allí.
![]() |
"Manifa" sindical en Albacete |
Los sindicatos ya no tienen capacidad de convocatoria, no han
actualizado su mensaje, se les ve
antiguos, politizados y corruptos; la gente si acaso recurre a ellos cuando
tienen dificultades laborales pero las bajas aumentan, sobre todo después de
que los obreros han visto como los
sindicalistas tensan las negociaciones hasta el límite, hasta la ruptura,
porque después viene el ERE y ellos se llevan un buen pellizco de lo que cobran
los trabajadores despedidos; cuando ven
como los sindicalistas andaluces están hasta el cuello en las causas de los ERE
y los cursos de formación; cuando han visto como muchos trabajadores honrados
perdieron el dinero que dieron para que UGT les construyera sus viviendas;
cuando les quema la sangre ver la imagen de cuatro sindicalistas poniéndose de
marisco hasta los ojos; cuando ven que gente como Cándido Méndez pasa cuarenta
años ejerciendo cargos sindicales sin dar un palo al agua.
Pero lo peor de este tipo de sindicalismo es que
ideológicamente está anclado en el Siglo XIX pero viven del Estado como el
sindicalismo vertical de la dictadura. Es un sindicalismo de señoritos, de
grandes soflamas mitineras, de oportunistas que fuerza al trabajador a perder
su salario por ir a la huelga mientras
ellos van a ella cobrando su sueldo de liberado. Para este rancio sindicalismo
no cuentan los parados, no cuentan las familias en dificultad, no cuentan los
jóvenes en busca de primer empleo; toda esta gente no vota luego no cuenta. El
dinero que se percibe del Estado, de las cuotas de afiliados y de los negocios
tales como la formación y la gestión de los ERE apenas repercute a los
afiliados, al contrario, todas estas fuentes de ingresos van destinadas a
mantener un aparato de jerarcas y burócratas, ajenos a los verdaderos problemas
del mundo laboral y de las necesidades de los obreros y sus familias.
Los recursos sindicales no van destinados a crear economatos
donde las familias puedan adquirir lo necesario a precio de coste. Tampoco van
destinados a crear un fondo de ayuda para los obreros en huelga y para ello
deberían empezar por dejar sin cobrar el
salario durante los días de huelga al ejército de delegados, que fuerzan a los
demás a ir pero ellos quedan a cubierto. Tampoco van destinados a crear
comedores sociales para los que acrediten estar en paro y en situación precaria
ni a atender ocasionalmente contingentes de extrema necesidad como al pago del
recibo de la luz o alquiler. Si los sindicatos atendieran todas estas
necesidades de sus afiliados otro gallo les cantara; subiría la afiliación, se
pagarían puntualmente las cuotas, los obreros se sentirían cubiertos en determinadas
circunstancias y no abandonados como ahora. El movimiento sindical tendría
objetivos y metas más sociales y dirigidas a defender realmente al mundo obrero
y no a alimentar máquinas burocráticas que consumen los recursos en mariscadas,
cruceros y “pelucos” de oro por poner algunos ejemplos.
![]() |
El viejo sindicalismo ya es una entelequia |
Este tipo de sindicalismo está condenado a desaparecer. Para
luchar por la clase obrera y defenderla no hace falta alimentar a un ejército
de gandules oportunistas. Los recursos deben ir destinados a quienes en cada momento
los necesiten y la solidaridad entre el mundo obrero debe ser el pilar
fundamental de su existencia. “Hoy por ti, mañana por mí” no debe ser solo la
frase que aparece en los cementerios sino la consigna de la ética sindicalista.
Hoy vamos a socorrer a los que nos piden ayuda y mañana vendrán ellos a
ayudarnos y para ello no se precisan intermediarios.
Cuando el 1º de Mayo sea realmente la fiesta de la
solidaridad, con tortilla, cuerva y verbenas
en la Fiesta del Árbol, sin discursos grandilocuentes ni presencia de políticos, se habrá dado paso
a una nueva época en la que las viejas y mastodónticas estructuras sindicales hayan dejado paso a
otras más sencillas, más próximas, más sociales y más justas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario