AGRÍCOLAS REVOLTOSOS, TERRATENIENTES Y CARCAS
Nunca llueve a gusto de todos y en el campo menos. Si llueve porque llueve, si
no llueve porque no llueve, si hiela porque hiela, si cae piedra porque cae
piedra, el campo en un continuo sobresalto, un mirar siempre al cielo en un
angustioso quejío.
Si solo del cielo dependiera, el seguro y el quejío serían
las únicas defensas, pero al campo le acechan males que no vienen de arriba ni
males propios del terruño, son males engendrados en recónditos despachos donde la
pluma sustituye al arado y el coche oficial al tractor. Contra esos males no
vale contratar seguro ni proferir quejío que valga, contra la burocracia, la
especulación y el abandono a su suerte solo cabe la protesta, en sus mil y una
formas, pero protesta.
El campo está en pie de guerra, la Vicepresidenta Calvo
condena la violencia agrícola mientas bendecía con su silencio la tractorada
catalana independentista. El Ministro Marlaska manda sofocar las manifestaciones
agrícolas a base de pelotas de goma y
gases lacrimógenos mientras en Cataluña sacaba a la policía a la calle “a pelo”
con porras de mantequilla para no soliviantar a los terroristas del procés y ya
para colmo solo faltaban las declaraciones del líder de UGT, Pepe Álvarez, ese señor
que debe desayunar coctel de tornillos en vez de zumo de naranja y va y dice
sin quedarle otra que los manifestantes son terratenientes y carcas.
Las salidas de Calvo y Marlaska no son sino el discurso vacuo
de la primera y la cobardía del segundo, pero lo del sindicalista tiene más
inri. Según él, desde el mismo Duque de Alba al Marqués de Chorrapelada, todos
iban subidos a sus tractores gritando esa consigna socorrida, zafia y vulgar de
la izquierda “El campo unido jamás será vencido”. ¿Qué más podemos esperar de
esta “conjunción astral” de advenedizos y paniaguados urbanitas que confunde la
velocidad con el tocino?. ¿Dónde están los comunistas y podemitas del frente
popular gobernante que se esconden ante el clamor de quienes van a tener que
dejar de darnos de comer porque ni ellos mismos pueden comer con lo que
producen? Sus abuelos al menos fueron valientes y lucharon por la acertada o
equivocada reforma agraria y contra la miseria del campo. Sus nietos,
estos niñatos urbanitas que vinieron al
mundo con el pan bajo el sobaco, creen que estas son revueltas campesinas
propias de otros tiempos, ellos con la hamburguesa,
el perrito caliente y la alfalfa vegana no necesitan más.
Las rentas agrícolas disminuyen a pasos agigantados, los
precios en origen son indefendibles mientras los precios finales son muy
superiores en porcentaje engordando cuentas de mayoristas e intermediarios. No
puede echarse la culpa, como hizo el Presidente Sánchez, a las cadenas de supermercados
cuya distribución de productos derivados del campo apenas alcanza el siete
por ciento. Algo tiene que hacer el Gobierno, desde el Ministerio y desde la UE
para asegurar la rentabilidad de nuestras explotaciones agrarias y defenderlas
de importaciones desde países firmantes
de convenios con la UE y más aún contra
aranceles impuestos por potencias económicas como EEUU en represalia por
asuntos que nada tienen que ver con el campo. Puede que la subida del SMI tenga
su repercusión en la economía agraria pero el problema no arranca aquí, por el contrario viene arrastrándose
desde hace tiempo aunque éste haya sido el detonante.
Hay que ayudar al campo pero tampoco hay que tirar el dinero
como se ha visto en numerosas ocasiones con las ayudas de la PAC. En cualquier
caso habría que fomentar las transacciones productor consumidor aminorando la
intermediación, pero para ello el campo se debe ayudar a sí mismo y convencerse
de que la individualidad solo conduce a la miseria y el cooperativismo es la
única salida, no solo por llegar más directamente el consumidor sino por asumir
el reto de la comercialización de productos elaborados, envasados, sujetos a
controles de denominación de origen y no permitir como es el caso que en el
mayor productor de vino que es La Mancha la mayor parte de la producción se
vende a granel o en el mayor productor de aceite, Andalucía, se vende en bruto
para volver a comprarlo envasado por Italia. El campo necesita ayuda pero
también examen de conciencia. Los miles de pozos ilegales están secando
nuestros acuíferos sin que se vean acciones importantes de las autoridades
responsables para evitarlo y la explotación de los temporeros inmigrantes nos
harán ver que las lágrimas de algunos de los que ahora protestan son lágrimas
de cocodrilo.
Los agricultores poco pueden esperar de este Gobierno, bueno,
los agricultores y los demás, a no ser que su protesta se convierta en un movimiento tipo chalecos
amarillos franceses que amenace la
estabilidad del “rey león” en su selva multiespecie de Moncloa. Las naranjas y
los tomates por los suelos, solo el pepino sobrevive por la variedad de sus
modernas y didácticas “aplicaciones”.
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