viernes, 12 de julio de 2019

CONDUCIR POR ALBACETE





CONDUCIR POR ALBACETE

Siempre se ha dicho que cada ciudad tiene su modo o estilo propio de conducir vehículos a motor y conocido es el tópico de que tal o cual ciudad es la peor para conducir. La verdad es que la orografía, la climatología, el modelo de urbanismo, la diferencia entre ciudades grandes y pequeñas, entre  los barrios modernos y los antiguos cascos urbanos, la abundancia o no de glorietas y semáforos y un largo etc. determinan la forma de conducir en cada punto y es una característica que el oriundo asume con naturalidad y el visitante observa con cierta extrañeza.

En esta ciudad en la que las cuatro estaciones cada vez más se reducen a dos hay una gran diferencia en el volumen de tráfico y en el tipo de usuarios. En la larga estación fría el automóvil es el gran protagonista de la calzada, protagonismo que comparte al llegar el buen tiempo con infinidad de ciclomotores, motos y  patines eléctricos, estos últimos recién incorporados para uso en todo tiempo y a falta de reglamentar su uso y conducción salvo alguna directriz emanada de la Policía Local. Las bicicletas ya no son solo para el verano, ya hay quien se atreve a desafiar las mañanas de hielo, aunque no se corresponde el inmenso trazado de carril bici (de dudosa legalidad y operatividad)  con el uso del que son objeto.

Vamos a salir a la calle a recorrer Albacete al volante de un automóvil. Cuando transitamos por vías de dos carriles en único sentido damos la sensación de conducir ebrios por la cantidad de “eses” a que nos obligan  los que por necesidad, por comodidad o por capricho se encuentran parados lo mismo a un lado que a otro de la vía.

Si llegamos a alguna de las  numerosas glorietas (el invento no puede ser bueno si viene de los franceses cuando el punto más negro de tráfico en París es la glorieta del Arco del Triunfo) observaremos que no se ha ahorrado en semáforos sino que han tenido que mantenerse para evitar el caos (véase si no la glorieta de Tamos). Aún así, una vez dentro de ellas y con los carriles pintados hay muchos que  o se colocan mal o tiran por lo derecho y las convierten en puntos peligrosos en los que hay que prestar especial atención. En este sentido las campañas de educación vial deben ser permanentes para que puedan asumirse con prontitud los cambios e innovaciones en las vías urbanas sin obligar al conductor a un permanente ejercicio de intuición o a la arriesgada prueba de acierto-error.

Los pasos de peatones son otro capítulo a destacar porque los responsables de tráfico no aciertan a establecer un sistema homologado de aviso. Señales verticales, en ocasiones tapadas por los árboles o por algún vehículo de altura estacionado delante,  pasos sobreelevados (de altura ilegal en algunos casos) con o sin aviso de señal vertical  o las bandas sonoras, que precisan un continuo mantenimiento por el desgaste. No existe señalización vertical iluminada en los pasos más problemáticos y la pintura deja mucho que desear hasta incluso ser peligrosa  por resbaladiza y desde luego difícil de ver en muchos lugares   a pesar de los intentos de hacerlas parcialmente luminiscentes.

Si intentamos aparcar el vehículo, Albacete tiene tres zonas bien delimitadas. La zona azul cada vez más extendida aún en lugares que nadie se explica. La zona roja para residentes, insuficiente según los usuarios y la zona libre, sí, la zona libre plagada de garajes individuales, puerta sí y puerta no, en gran parte ilegales sin que el Ayuntamiento haga inspecciones periódicas para comprobar este extremo. Son al fin y al cabo una buena fuente de ingresos, igual o superior a la zona azul y sin necesidad de invertir en vigilantes.

Las bicicletas son cada vez mayor motivo de preocupación y lo serán los patines eléctrico si no se regula y se vigila el cumplimiento de la norma. Las bicicletas van por donde les apetece, calzada, acera y algunas hasta por el carril bici y no digamos de los patines, que alcanzan velocidades inapropiadas para el correcto manejo de los mismos y circulan a su antojo por dónde les cuadra.

Seguramente me dejo mucho sin observar pero termino criticando una de las características de la circulación albaceteña, la lentitud. Cierto es que en pocas calles de la ciudad se pueden sobrepasar los límites establecidos pero a esto hay que añadir la lentitud de los conductores que se aprecia sobro todo en los semáforos. Por cada veinte vehículos que arrancan en Madrid en un espacio de tiempo al abrirse el semáforo, en Albacete lo hacen como mucho cinco; o por falta de atención, teléfono, conversación etc. o por costumbres como la de apagar el motor o incluso hasta poner el freno de mano.

Tiene trabajo la Concejalía de tráfico si quiere convertir Albacete en una ciudad cómoda y segura para el conductor y para el viandante. Extender la zona azul y mantener el negocio de los garajes individuales puede resultar económicamente rentable pero enormemente perjudicial para muchos de los ciudadanos. Comprar o alquilar un piso sin garaje en las zonas de Ensanche o Industria, por ejemplo, es una locura a la hora de aparcar pues hay calles ocupadas en más de un 80% por garajes individuales, muchos de ellos de dudosa legalidad. Y quién se atreve a utilizar los aparcamientos públicos al precio que tienen. Otro capítulo más para estudio.

Claro que, los albaceteños tenemos también mucha culpa de ciertas incomodidades, desde el momento en que en Albacete se llega al centro  andando desde cualquier punto en menos de media hora pero utilizamos el coche hasta para ir de cañas.


 

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