LA CUEVA DE ALÍ BABÁ
CAMBIA DE DUEÑO
Después de treinta y seis largos años, la cueva de Alí Babá
con sus ramificaciones en cuevecillas, zulos y escondrijos, pasa de manos del corrupto socialismo andaluz, a la vez
administrador del maná diario que sanguijuela de su propio proletariado, a ser
administrada por una conjunción de formaciones que en Andalucía su único mérito
es no haber sido corruptos, en principio porque no tuvieron ocasión de serlo,
siendo el PP el único que ya ganó unas elecciones en Andalucía y ha gobernado
casi todas las capitales andaluzas, axfisiado eso sí por los tentáculos que
emergían del “monstruo de San Telmo” extendidos por los cuatro puntos
cardinales.
“Nos han robado lo que es nuestro”, venía a decir la derrotada
y corífea Susana a sus incondicionales
de autobús y bocadillo. “Nos han robado lo que es nuestro” gritaban al unísono
en una clara descripción del sentido patrimonialista con que el PSOE
administraba lo que consideraba propio, Andalucía y PSOE una misma cosa, una
unidad de destino en lo universal como se pregonaba en el viejo régimen y, como
en el caso de aquél y haciendo valer el refrán de que no hay mal que cien años
dure, la universalidad del régimen socialista aguantó los mismos treinta y seis
años que el régimen franquista, sin que aquí fuera necesaria la defunción de nadie
sino por el mismo anquilosamiento de quiénes gobernaban y de quiénes eran gobernados.
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Una cueva sin fondo. Llegar al final, misión casi imposible |
La nueva CEDA que a partir de ahora va a gobernar Al-Ándalus
no va a tener fácil, ni con milagros, su labor de destapar cofres, levantar alfombras,
abrir ventanas y expulsar a los malos espíritus. Cinco personajes van a ser los
que en un lado y en otro van a determinar el destino del pueblo andaluz en los
próximos años. Por un lado Juanma Moreno y Juan Marín en el difícil caminar de dos por tres calles,
siendo la tercera por la que transita también Francisco Serrano y por la que
Juan Marín se cambia de acera al cruzárselo. Una coalición a dos y una guerra a
tres porque Mayo está cerca y lo de aquí puede o no valer para lo venidero.
Por otro lado Susana Díaz y su enemiga, quizás ahora posible amiga
de conveniencia Teresa Rodríguez, ambas luchando por su supervivencia. La
primera , con la mirada puesta en el tsunami que se ve venir desde Ferraz y que podría poner fin a su andadura por la política,
formando una barrera de incondicionales paniaguados que ya han rodeado el
Hospital de la Sangre en una protesta no por lo que allí ocurría sino por lo
que significaba, el fin de la administración paralela, de los miles de
chiringuitos, empresas y sucursales que alimentaban a unos cuantos miles de indolentes
holgazanes que a su vez controlaban todo lo que el ciudadano normal pudiera
requerir o exigir de la Junta.
La segunda, porque ayuna de argumentos digeribles por el respetable,
se ha embarcado en ser adalid de un feminismo rancio que ha creado una
industria en torno a la ideología de género, en la que sobreviven dos mil asociaciones
feministas manejando e intoxicando a cientos de mujeres en apuros a las que
dedican tan solo el 2,8% de lo que perciben del erario público mientras el
resto se pierde por los recovecos creados en cuatro décadas de infinitas corruptelas.
Una y otra denotan la carencia de valores democráticos recurriendo tras el
descalabro electoral a la vieja máxima marxista de que lo que no se gana en la urnas se pelea en la
calle.
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Juntos pero no revueltos |
Difícil, muy difícil lo va a tener la coalición gobernante
para poder hacer algo notorio, cumplir promesas, salvar la cara y afrontar con
éxito las elecciones de 2023. El socialismo clientelar incrustado en la
sociedad andaluza va a poner continuamente palos en la rueda, se va a
radicalizar y va a tomar la calle haciendo complicada la convivencia.
Desmantelar el monstruo de la cueva de Alí-Babá ya encerraría mucho riesgo para
un gobierno con mayoría absoluta cuanto ni más para una pseudocoalición de dos
que caminan por tres calles.
Juanma Moreno debería tomar ejemplo de lo que pasó a Cospedal
en Castilla-La Mancha, otro feudo donde los socialistas hicieron de su capa un
sayo durante décadas y dónde resultó
infructuoso luchar contra una administración politizada de cargos a dedo y serviles
paniaguados, creada desde el socialismo para una eternidad.
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