OTRO VENDRÁ QUE BUENO ME HARÁ
Pensábamos que Zapatero había sido el peor gobernante español
después de Fernando VII, bueno, hasta el punto de que los mismos socialistas
pasaron años sin siquiera pronunciar su nombre, pero hete aquí que el
socialismo español no para en su capacidad de sorprendernos. Si Zapatero y el
comando Rubalcaba aprovecharon una desgracia nacional para influir en
la intención de voto de los españoles, Sánchez, aquel por el que nadie
daba un euro, ha aprovechado la nube
tóxica de antiespañolismo que hace irrespirable el aire del Congreso y en un
ejercicio de temeraria imprudencia, cerrando los ojos y tapándose la nariz ha
aceptado todo cuanto pueda venirle a condición de pasear su narcisismo por los
jardines de Moncloa, sin duda influenciado por la “grandeur” del Rey Sol Luis
XIV y la Galería de los Espejos de Versalles, que a poco que pase el tiempo los
veremos reproducidos en Moncloa para permanente contemplación de un personaje
enamorado de sí mismo.
Desde Atapuerca al cometa Halley, Sánchez se ha rodeado de un
Gobierno de ocurrentes; gente que jamás hubiera soñado llegar a tal punto y de
ello dan muestras de incapacidad, tacticismo, improvisación, donde los brindis al sol y las promesas imposibles
son parte de su verborrea diaria, De Atapuerca deben proceder seguramente,
después de haber infundido vida a algunos restos de ADN allí encontrados, Carmen
Calvo, Margarita Robles, José Borrell,
Magdalena Valerio e Isabel Celáa. Del cometa Halley procedía posiblemente Màxin
Huerta y como él pasó tan rápido hasta desaparecer en el universo ante la
mirada de Pedro Duque, que en tiempos de Franco hubiera sido el Ministro del
Aire y con Sánchez el encargado de comunicar a las estrellas el alto nivel de
nuestra ciencia y de nuestras universidades.
De las servidumbres que está pagando Sánchez por el alquiler
de Moncloa ya se ha escrito mucho y es de general conocimiento su bajada de pantalones.
Acercamiento de los políticos presos con
la consiguiente invitación al independentismo a convertir la cárcel en un
santuario de peregrinación y manifestación diaria; apertura de las embajadas
catalanas mientras Borrel mira hacia otro lado; fin del control del gasto
catalán dejándoles volver a la financiación millonaria del independentismo;
desautorización del juez Llarena dando crédito a un juzgado de barrio alemán,
etc. etc.
Y por encima de esto su gran obsesión, de él y de toda la
izquierda, ganar la guerra civil que ellos mismos comenzaron en Asturias, después
de ochenta años de haberla perdido. ¿Y cómo?, pues atacando el último vestigio
que queda de ella o al menos el más representativo, su enemigo eterno,
Francisco Franco. Habrá ya muy pocos españoles a los que les importe si Franco
está enterrado acá o acullá pero Franco para la izquierda debe ser eterno
porque es su escusa para calificar todo lo que no está con ellos y por ello lo que
Sánchez pretende es sacarlo del Valle de los Caidos, donde las manifestaciones
del rojerío encuentran cierta dificultad para trasladarlo a otro lugar más
asequible donde a diario pueda ser objeto de escarnio. Yo animaría a los familiares
del dictador a incinerar sus restos y esparcir sus cenizas por medio de un dron
sobre el arco y complejo de Moncloa para que Sánchez respirase patriotismo,
virtud de la que carece.
De lo más representativo de Atapuerca puede destacarse a la
acumuladora de cargos, Vicepresidenta, Presidencia, Igualdad y Relaciones con las Cortes; todo eso solo
para decirle a los catalanes lo de “hablar de todo, sin cortapisas” y a los
académicos de la RAE que la Constitución es pura literatura machista y que a la
entrada del Congreso hay que colocar un león, una leona y una réplica de “Leoncio
el león” para disfrute de los de “a pelo y a lana”.
De tantas cosas importantes como el gobierno de la Nación debería
preocuparse, son estas nimiedades las que ocupan su agenda. Quiere la
Vicepresidenta que la “a” tenga igual tratamiento que la “o”, pasando por
encima de los doctos del idioma y acomodando éste a la jerga empleada por la
izquierda y el feminismo; pues nada señora Vicepresidenta, lo que Vd. diga, en
mi tierra ya comenzamos el cambio:
La Ministra de Igualdad / ha tomado la decisión / de hacer terminar
en “a” / lo que ahora termina en “o” / Ante tamaño desliz / la chorra de toda
la vida / ya no es el miembro viril / sino la miembra virila.
Otro día veremos de lo Teresa Ribera, Ministra de la
transición del gasoil.
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