Desde la felicitación navideña he estado danzando de pueblo en pueblo, Sisante, Yeste y Góntar y además preparando el Nº 40 de la revista 6 Flores, que dirijo desde abril de 2004 en que se publicó en Nº 0 y que sale a la calle mañana, víspera de San Antón, una fiesta muy popular entre los sisanteños. El artículo que sigue a continuación es la Carta del Director correspondiente a ese número, en la que doy la bienvenida al año nuevo, que será probablemente el año del final de una época y del cambio generacional.
Deseo a todos los lectores de este blog todo lo mejor de este mundo y del que nos traiga esa gente nueva que viene apretando.
BIENVENIDO 2015
Querido lector, tienes entre tus manos el número 40 de 6
Flores. En Abril de 2004 vio la luz el número 0. Desde entonces han pasado
mucho tiempo y muchas cosas. 6 Flores ha sido testigo directo de
muchos avatares que ha recogido en sus páginas para dejar
testimonio escrito de un periodo, que
aunque corto en relación al tiempo histórico, si es especialmente significativo porque se
refiere a una época de cambio generacional, en la que una generación que no vivió la dictadura y no tomó parte
directa en la instauración de la democracia está cogiendo las riendas del país,
con más o menos tino y no demasiada consideración con la obra que realizaron
sus padres que nos ha permitido vivir en paz durante cuarenta años, un periodo
muy largo para lo que está acostumbrado este país que aún y a pesar de muchos
se sigue llamando España.
Si cada año fuera bautizado con un nombre, 2015 sería el “Año
de la Esperanza”.
Esperanza porque parece ser que por fin la crisis ha tocado
fondo y la economía repunta. Las cifras macroeconómicas indican que la economía
está creciendo, la producción industrial va en alza, la producción y venta de
automóviles también, el mercado de la vivienda se despereza, la industria
estrella del turismo crece a pasos agigantados ayudada por la inestabilidad de
los países ribereños del Mediterráneo, la inflación está situada en mínimos
históricos, la deuda por la que hace tan solo cuatro años pagábamos un 6% más
que los alemanes ahora está casi a la par, la inversión extranjera ya no duda
de llegar a España salvo por alarmas puntuales de las posibilidades de los
populistas de Podemos o de las andanzas de los separatistas catalanes. La
esperanza radica en que todos estos indicadores se conviertan en cosas
tangibles para el ciudadano, en puestos de trabajo y en perder el miedo al
consumo en aquellos sectores de la población con tantas posibilidades como
cautela.
El ciclo de las vacas flacas está llegando a su fin y, como
en el caso del faraón de Egipto, cuando vuelvan de nuevo las vacas gordas no se
debe volver a decir que “el dinero público no es de nadie” y gastarlo sin
conocimiento sino prever que la economía es cíclica y a unos años de bonanza
suceden otros de escasez, que además siempre afectan a los mismos, sobre todo a
la clase media y que para ello hay que hacer políticas sociales sin derroches
innecesarios.
Esperanza porque se
está empezando a poner freno a la corrupción social y política. Hemos pasado en
horas veinticuatro del encubrimiento al descubrimiento, del “y tú más” a
aguantar cada uno su vela, que la cera corre ya hasta por los Partidos recién
nacidos, que sin tocar poder ya están metidos hasta las orejas en la ciénaga de
la corrupción. Pero para acabar con la enfermedad hace falta vocación política,
rapidez y ausencia de estrellatos en la instrucción y sentencias justas pero
ejemplarizantes. De nada nos sirven los años de cárcel de Luis Roldán si no
devolvió un céntimo y vive a cuerpo de rey en algún lugar de las antípodas. El
día que se consiga que Partidos, Patronal y Sindicatos se financien con las
cuotas de sus afiliados se habrá dado un paso importante y el día en que la
actividad política deje de ser una profesión para la multitud de desheredados
que a ella acuden, también se habrá dado un paso definitivo. De momento tanto
Gobierno como Oposición están viéndolas venir pero el tiempo se les acaba.
Alguien por detrás viene apretando.
Esperanza porque
muchos catalanes han visto el engaño manifiesto que la locura de Mas y los
independentistas entraña y están dándoles la espalda. El fiasco del 9 de
Noviembre ha abierto los ojos a más de uno y sobre todo a los que empiezan a
ver que la “pela” ya no es lo que era. Pero a ver quién emprende la empresa de
la reeducación, que no es que signifique mermar ninguna de sus identidades sino
sacarles del engaño al que han estado sometidos por los políticos y por el
sistema educativo.
Esperanza por otra parte no exenta de preocupación porque son
muchas las incógnitas que se han de
despejar a lo largo del año. La instauración democrática soportada en los
gobiernos de dos grandes partidos de incuestionable vocación nacional ha tenido
sus luces y sus sombras pero ha sido la mayor época en la historia española en
la que el bipartidismo ha funcionado sin sobresaltos. Sus mayores méritos han
sido conseguir unas décadas de estabilidad política que han permitido crear las
bases de una convivencia pacífica, una economía fuerte y un desarrollo
espectacular. Sus mayores fracasos han sido, uno haber echado mano de los partidos
nacionalistas para conseguir las mayorías suficientes para gobernar, sin
percatarse de que se estaba urdiendo por estos y a sus espaldas una traición a
España vendiéndola como el enemigo de los pueblos vasco y catalán. Otro no
haber sentado las bases para una Administración transparente del Estado, evitando la corrupción y haciendo de
la política un servicio a España y no una casta dedicada a los negocios de lo público. En tercer lugar,
hacer desaparecer en la práctica la división de poderes, habiendo desposeído a
la Justicia de su independencia del poder ejecutivo, si es que alguna vez la
tuvo.
Al final de estos años y debido a la desafección de vascos y catalanes así como
del enquistamiento de la corrupción en el entramado social y político del país,
aderezado todo con una profunda crisis que el zapaterismo no quiso reconocer y
por consecuencia no combatir, nos hemos encontrado con la peor crisis
institucional conocida desde los tiempos de la República que, unida a la
económica, ha hecho tambalearse a la clase media que es pilar fundamental y
soporte de la sociedad; ha hecho aparecer focos de descontento fácilmente
manejables por oportunistas salidos de
nuestras rancias universidades y ha creado una desconfianza generalizada
en la clase política y sobre todo en el bipartidismo gobernante hasta nuestros
días.
El año 2015 va a ser de una importancia vital para el futuro
de España. Las nuevas generaciones no han entendido el sacrificio y generosidad
de sus padres para dirimir las diferencias surgidas de una guerra civil
provocada por sus abuelos. Han venido al mundo con el pan bajo el sobaco y la
sociedad mercantilista les ha enseñado que todo lo viejo es carente de valor y
que la experiencia es una argucia en la que se apoyan los mayores para seguir
dominando. Las nuevas generaciones saben demasiado de derechos y demasiado poco
de obligaciones; frente a las reformas defienden la ruptura; detestan lo que
hay pero no ofrecen alternativas y por miedo a enfrentarse con la realidad se
esconden tras la utopía.
Los demonios andan sueltos y las elecciones municipales y
autonómicas de esta primavera puede que nos deparen una sorpresa si la
conjunción de separatistas, populistas bananeros y metrosexuales de la
izquierda reinventan el frentepopulismo de los años treinta del pasado siglo.
Si los dos grandes partidos no son capaces en este año de convencer al pueblo
de que la regeneración política y social es un hecho, sus posibilidades de
gobierno serán sustituidas por las de otros que hayan sido capaces de aglutinar
a los descontentos, a los marginados, a la chusma antisistema, a los utópicos
revolucionarios y a toda esa clientela fija de la telebasura. Si esto ocurriera
entraríamos en la vorágine de los gobiernos multicolores de intereses dispares,
con grave perjuicio para la imagen de España en el mundo y con un gran riesgo
de que el cáncer de la corrupción adquiera
el grado de metástasis.
Dios nos libre de dejarnos llevar por los falsos profetas de
las revoluciones perdidas, por los vendedores de hambre, por los verdugos de
las libertades. Es el momento de explicar qué es lo que hicimos, lo bueno y lo
malo, para que los que vienen apretando lo entiendan, lo consideren y lo
respeten. Reformar es garantizar el futuro, la ruptura solo garantiza el caos y
en este país esa circunstancia siempre ha costado derramar mucha sangre.
Reforma y regeneración deben ser las consignas de los dos grandes partidos y de
otros menores que lo incluyen en su ideario. El separatismo es ruptura, el
populismo revolucionario también; si queremos un futuro mejor necesariamente
tenemos que reducirlos y aislarlos, de forma limpia y democrática para no
facilitarles argumentos ni excusas.
2015 será un año en el que nos juguemos mucho. Será un año
para pensar y tomar decisiones suficientemente meditadas, lejos de los
variables estados de ánimo. Un año al que nuestros errores y los de nuestros
representantes han abocado a ser juez de nuestras conductas, pero ojo, seamos
serios y consecuentes no vaya a ser que salgamos de “Guatemala” para meternos
en “Guatepeor”. Hagamos de la cordura virtud.
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