jueves, 15 de enero de 2015

BIENVENIDO 2015



Desde la felicitación navideña he estado  danzando de pueblo en pueblo, Sisante, Yeste y Góntar y además preparando el Nº 40 de la revista 6 Flores, que dirijo desde abril de 2004 en que se publicó en Nº 0 y que sale a la calle mañana, víspera de San Antón, una fiesta muy popular entre los sisanteños. El artículo que sigue a continuación es la Carta del Director correspondiente a ese número, en la que doy la bienvenida al año nuevo, que será probablemente el año del final de una época y del cambio generacional.
Deseo a todos los lectores de este blog todo lo mejor de este mundo y del que nos traiga esa gente nueva que viene apretando.

BIENVENIDO 2015


Querido lector, tienes entre tus manos el número 40 de 6 Flores. En Abril de 2004 vio la luz el número 0. Desde entonces han pasado mucho tiempo y muchas cosas. 6 Flores ha sido testigo directo  de  muchos avatares que ha recogido en sus páginas para dejar testimonio  escrito de un periodo, que aunque corto en relación al tiempo histórico, si  es especialmente significativo porque se refiere a una época de cambio generacional, en la que una generación  que no vivió la dictadura y no tomó parte directa en la instauración de la democracia está cogiendo las riendas del país, con más o menos tino y no demasiada consideración con la obra que realizaron sus padres que nos ha permitido vivir en paz durante cuarenta años, un periodo muy largo para lo que está acostumbrado este país que aún y a pesar de muchos se sigue llamando España.
Si cada año fuera bautizado con un nombre, 2015 sería el “Año de la Esperanza”. 

Esperanza porque parece ser que por fin la crisis ha tocado fondo y la economía repunta. Las cifras macroeconómicas indican que la economía está creciendo, la producción industrial va en alza, la producción y venta de automóviles también, el mercado de la vivienda se despereza, la industria estrella del turismo crece a pasos agigantados ayudada por la inestabilidad de los países ribereños del Mediterráneo, la inflación está situada en mínimos históricos, la deuda por la que hace tan solo cuatro años pagábamos un 6% más que los alemanes ahora está casi a la par, la inversión extranjera ya no duda de llegar a España salvo por alarmas puntuales de las posibilidades de los populistas de Podemos o de las andanzas de los separatistas catalanes. La esperanza radica en que todos estos indicadores se conviertan en cosas tangibles para el ciudadano, en puestos de trabajo y en perder el miedo al consumo en aquellos sectores de la población con tantas posibilidades como cautela. 

El ciclo de las vacas flacas está llegando a su fin y, como en el caso del faraón de Egipto, cuando vuelvan de nuevo las vacas gordas no se debe volver a decir que “el dinero público no es de nadie” y gastarlo sin conocimiento sino prever que la economía es cíclica y a unos años de bonanza suceden otros de escasez, que además siempre afectan a los mismos, sobre todo a la clase media y que para ello hay que hacer políticas sociales sin derroches innecesarios.

Esperanza porque  se está empezando a poner freno a la corrupción social y política. Hemos pasado en horas veinticuatro del encubrimiento al descubrimiento, del “y tú más” a aguantar cada uno su vela, que la cera corre ya hasta por los Partidos recién nacidos, que sin tocar poder ya están metidos hasta las orejas en la ciénaga de la corrupción. Pero para acabar con la enfermedad hace falta vocación política, rapidez y ausencia de estrellatos en la instrucción y sentencias justas pero ejemplarizantes. De nada nos sirven los años de cárcel de Luis Roldán si no devolvió un céntimo y vive a cuerpo de rey en algún lugar de las antípodas. El día que se consiga que Partidos, Patronal y Sindicatos se financien con las cuotas de sus afiliados se habrá dado un paso importante y el día en que la actividad política deje de ser una profesión para la multitud de desheredados que a ella acuden, también se habrá dado un paso definitivo. De momento tanto Gobierno como Oposición están viéndolas venir pero el tiempo se les acaba. Alguien por detrás viene apretando.

 Esperanza porque muchos catalanes han visto el engaño manifiesto que la locura de Mas y los independentistas entraña y están dándoles la espalda. El fiasco del 9 de Noviembre ha abierto los ojos a más de uno y sobre todo a los que empiezan a ver que la “pela” ya no es lo que era. Pero a ver quién emprende la empresa de la reeducación, que no es que signifique mermar ninguna de sus identidades sino sacarles del engaño al que han estado sometidos por los políticos y por el sistema educativo.

Esperanza por otra parte no exenta de preocupación porque son muchas las incógnitas que se han  de despejar a lo largo del año. La instauración democrática soportada en los gobiernos de dos grandes partidos de incuestionable vocación nacional ha tenido sus luces y sus sombras pero ha sido la mayor época en la historia española en la que el bipartidismo ha funcionado sin sobresaltos. Sus mayores méritos han sido conseguir unas décadas de estabilidad política que han permitido crear las bases de una convivencia pacífica, una economía fuerte y un desarrollo espectacular. Sus mayores fracasos han sido, uno  haber echado mano de los partidos nacionalistas para conseguir las mayorías suficientes para gobernar, sin percatarse de que se estaba urdiendo por estos y a sus espaldas una traición a España vendiéndola como el enemigo de los pueblos vasco y catalán. Otro no haber sentado las bases para una Administración transparente del  Estado, evitando la corrupción y haciendo de la política un servicio a España y no una casta dedicada a los  negocios de lo público. En tercer lugar, hacer desaparecer en la práctica la división de poderes, habiendo desposeído a la Justicia de su independencia del poder ejecutivo, si es que alguna vez la tuvo.

Al final de estos años y debido a  la desafección de vascos y catalanes así como del enquistamiento de la corrupción en el entramado social y político del país, aderezado todo con una profunda crisis que el zapaterismo no quiso reconocer y por consecuencia no combatir, nos hemos encontrado con la peor crisis institucional conocida desde los tiempos de la República que, unida a la económica, ha hecho tambalearse a la clase media que es pilar fundamental y soporte de la sociedad; ha hecho aparecer focos de descontento fácilmente manejables por oportunistas salidos de  nuestras rancias universidades y ha creado una desconfianza generalizada en la clase política y sobre todo en el bipartidismo gobernante hasta nuestros días.
El año 2015 va a ser de una importancia vital para el futuro de España. Las nuevas generaciones no han entendido el sacrificio y generosidad de sus padres para dirimir las diferencias surgidas de una guerra civil provocada por sus abuelos. Han venido al mundo con el pan bajo el sobaco y la sociedad mercantilista les ha enseñado que todo lo viejo es carente de valor y que la experiencia es una argucia en la que se apoyan los mayores para seguir dominando. Las nuevas generaciones saben demasiado de derechos y demasiado poco de obligaciones; frente a las reformas defienden la ruptura; detestan lo que hay pero no ofrecen alternativas y por miedo a enfrentarse con la realidad se esconden tras la utopía.

Los demonios andan sueltos y las elecciones municipales y autonómicas de esta primavera puede que nos deparen una sorpresa si la conjunción de separatistas, populistas bananeros y metrosexuales de la izquierda reinventan el frentepopulismo de los años treinta del pasado siglo. Si los dos grandes partidos no son capaces en este año de convencer al pueblo de que la regeneración política y social es un hecho, sus posibilidades de gobierno serán sustituidas por las de otros que hayan sido capaces de aglutinar a los descontentos, a los marginados, a la chusma antisistema, a los utópicos revolucionarios y a toda esa clientela fija de la telebasura. Si esto ocurriera entraríamos en la vorágine de los gobiernos multicolores de intereses dispares, con grave perjuicio para la imagen de España en el mundo y con un gran riesgo de que el cáncer de  la corrupción adquiera el grado de metástasis.

Dios nos libre de dejarnos llevar por los falsos profetas de las revoluciones perdidas, por los vendedores de hambre, por los verdugos de las libertades. Es el momento de explicar qué es lo que hicimos, lo bueno y lo malo, para que los que vienen apretando lo entiendan, lo consideren y lo respeten. Reformar es garantizar el futuro, la ruptura solo garantiza el caos y en este país esa circunstancia siempre ha costado derramar mucha sangre. Reforma y regeneración deben ser las consignas de los dos grandes partidos y de otros menores que lo incluyen en su ideario. El separatismo es ruptura, el populismo revolucionario también; si queremos un futuro mejor necesariamente tenemos que reducirlos y aislarlos, de forma limpia y democrática para no facilitarles argumentos ni excusas.

2015 será un año en el que nos juguemos mucho. Será un año para pensar y tomar decisiones suficientemente meditadas, lejos de los variables estados de ánimo. Un año al que nuestros errores y los de nuestros representantes han abocado a ser juez de nuestras conductas, pero ojo, seamos serios y consecuentes no vaya a ser que salgamos de “Guatemala” para meternos en “Guatepeor”. Hagamos de la cordura virtud.



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