jueves, 17 de enero de 2019

LA CUEVA DE ALÍ BABÁ CAMBIA DE DUEÑO




 LA CUEVA DE ALÍ BABÁ CAMBIA DE DUEÑO

Después de treinta y seis largos años, la cueva de Alí Babá con sus ramificaciones en cuevecillas, zulos y escondrijos, pasa de manos  del corrupto socialismo andaluz, a la vez administrador del maná diario que sanguijuela de su propio proletariado, a ser administrada por una conjunción de formaciones que en Andalucía su único mérito es no haber sido corruptos, en principio porque no tuvieron ocasión de serlo, siendo el PP el único que ya ganó unas elecciones en Andalucía y ha gobernado casi todas las capitales andaluzas, axfisiado eso sí por los tentáculos que emergían del “monstruo de San Telmo” extendidos por los cuatro puntos cardinales.

“Nos han robado lo que es nuestro”, venía a decir la derrotada y corífea  Susana a sus incondicionales de autobús y bocadillo. “Nos han robado lo que es nuestro” gritaban al unísono en una clara descripción del sentido patrimonialista con que el PSOE administraba lo que consideraba propio, Andalucía y PSOE una misma cosa, una unidad de destino en lo universal como se pregonaba en el viejo régimen y, como en el caso de aquél y haciendo valer el refrán de que no hay mal que cien años dure, la universalidad del régimen socialista aguantó los mismos treinta y seis años que el régimen franquista, sin que aquí fuera necesaria la defunción de nadie sino por el mismo anquilosamiento de quiénes gobernaban y de quiénes eran gobernados.

Una cueva sin fondo. Llegar al final, misión casi imposible
 La nueva CEDA que a partir de ahora va a gobernar Al-Ándalus no va a tener fácil, ni con milagros, su labor de destapar cofres, levantar alfombras, abrir ventanas y expulsar a los malos espíritus. Cinco personajes van a ser los que en un lado y en otro van a determinar el destino del pueblo andaluz en los próximos años. Por un lado Juanma Moreno y  Juan Marín  en el difícil caminar de dos por tres calles, siendo la tercera por la que transita también Francisco Serrano y por la que Juan Marín se cambia de acera al cruzárselo. Una coalición a dos y una guerra a tres porque Mayo está cerca y lo de aquí puede o no valer para lo venidero. 

Por otro lado Susana Díaz y su enemiga, quizás ahora posible amiga de conveniencia Teresa Rodríguez, ambas luchando por su supervivencia. La primera , con la mirada puesta en el tsunami que  se ve venir desde Ferraz y  que podría poner fin a su andadura por la política, formando una barrera de incondicionales paniaguados que ya han rodeado el Hospital de la Sangre en una protesta no por lo que allí ocurría sino por lo que significaba, el fin de la administración paralela, de los miles de chiringuitos, empresas y sucursales que alimentaban a unos cuantos miles de indolentes holgazanes que a su vez controlaban todo lo que el ciudadano normal pudiera requerir o exigir de la Junta. 

La segunda, porque ayuna de argumentos digeribles por el respetable, se ha embarcado en ser adalid de un feminismo rancio que ha creado una industria en torno a la ideología de género, en la que sobreviven dos mil asociaciones feministas manejando e intoxicando a cientos de mujeres en apuros a las que dedican tan solo el 2,8% de lo que perciben del erario público mientras el resto se pierde por los recovecos creados en cuatro décadas de infinitas corruptelas. Una y otra denotan la carencia de valores democráticos recurriendo tras el descalabro electoral a la vieja máxima marxista de que  lo que no se gana en la urnas se pelea en la calle.

Juntos pero no revueltos
 Difícil, muy difícil lo va a tener la coalición gobernante para poder hacer algo notorio, cumplir promesas, salvar la cara y afrontar con éxito las elecciones de 2023. El socialismo clientelar incrustado en la sociedad andaluza va a poner continuamente palos en la rueda, se va a radicalizar y va a tomar la calle haciendo complicada la convivencia. Desmantelar el monstruo de la cueva de Alí-Babá ya encerraría mucho riesgo para un gobierno con mayoría absoluta cuanto ni más para una pseudocoalición de dos que caminan por tres calles. 

Juanma Moreno debería tomar ejemplo de lo que pasó a Cospedal en Castilla-La Mancha, otro feudo donde los socialistas hicieron de su capa un sayo durante décadas y  dónde resultó infructuoso luchar contra una administración politizada de cargos a dedo y serviles paniaguados, creada desde el socialismo para una eternidad.


 

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