UN
ADELGAZADO PP VOTA EN LAS PRIMARIAS
Dicen
en la sede de Génova que el PP tiene la friolera de 869.000 afiliados y creen que al corriente de pago de
cuotas tan solo hay aproximadamente el 15% y vistas las cuentas de 2016, los
ingresos por cuotas de afiliados rondaban los tres millones de euros, que
pueden corresponder a lo ingresado por unos 150.000 militantes.
Que haya más de
ochocientos mil afiliados no me extraña y además le doy credibilidad ya que
durante los años de gobierno de Aznar se hizo una campaña de afiliación masiva
en todos los pueblos. Concretamente en el que yo era por entonces concejal (en
la oposición) se llegó a conseguir una cifra de 300 afiliados sobre una
población de casi 5.000. Cierto es también que no existía ningún sistema
eficiente para hacer pagar las cuotas y prácticamente no las pagaba nadie salvo
los concejales, que además en esa legislatura dejamos al Partido todo lo
cobrado por comisiones, plenos etc.
Las Juntas provinciales
y locales no han tratado con la necesaria eficacia el asunto de los afiliados,
ni en la actualización de censos ni en el cobro de cuotas. El 10 de Noviembre
de 2014, después de más de veinte años de militancia, solicité mi baja en el
Partido y aún sigo recibiendo las citaciones para reuniones, actos etc. Un día antes había publicado en mi blog www.pacodelhoyo.blogspot.com un
artículo titulado “Mi adiós al
PP”, del que extraigo algunos párrafos en los que denunciaba la situación
de la militancia y el porqué de su desafección, ahora demostrada en el ridículo
7,6% de participación en las primarias.
domingo, 9 de noviembre de 2014
MI ADIÓS AL PP
…..”Independientemente
de lo que pase a partir de mañana, creo que ha llegado el momento de plantearse
hasta qué punto merece la pena pertenecer y soportar a un Partido político que
cada día que amanece se engaña a sí mismo y a los que en él confían. La
desafección de los españoles a la clase política, la casta, está más que
justificada porque el nuevo régimen que surgió en 1978 ha traído consigo una
raza de trileros, mangantes, profesionales del cuento, vividores, vendedores de
humo y mil calificativos más. Desde el cabo de Finisterre al cabo de Palos y desde Ayamonte al cabo de
Creus se extiende una tela de araña en la que no hay organización política o
sindical que haya tocado poder y no lo haya utilizado en beneficio
propio.
La
militancia en una organización política como las que hay al uso es una pérdida
de tiempo, de energía y de ilusión para todo aquel que no va a medrar en ella.
Yo no acepto que me quieran regalar la entrada de sol para que los vitoree y
aplauda cuando están sentados en la barrera de sombra. Yo, que no quiero nada
de la política, no puedo seguir en un Partido que se define como demócrata
cuando realmente está gobernado por una oligarquía intangible, rodeada de una
guardia pretoriana de lameculos, en la que la democracia no existe y las bases
no cuentan salvo para adornar los mítines.
Pero
es que además, cuando se ve que esa oligarquía está tan instalada que se
convierte en hereditaria y se aprecia que desde abajo cualquier movimiento de
regeneración es imposible, lo más prudente es abandonarlos a su suerte hasta
que ellos mismos se tengan que hacer los
mítines y los aplausos.
No
quiero ser partícipe de la corrupción moral y política instaladas en el
Congreso y el Senado ni de la corrupción moral, política y económica extendida
por Ayuntamientos, Diputaciones y CCAA. No puedo ser soporte, aún al más mínimo
nivel, de una clase política corrupta y hermética donde los reproches son
solamente la pantalla que esconde la comunidad de intereses que les une. No
quiero ser parte de esa burla de la casta al pueblo español; prefiero estar fuera,
junto a los míos. No creo en los que se autodenominan “decentes servidores de
la Patria” porque la decencia está reñida con la desvergüenza y tan deshonesto
es el que corrompe como el corrompido como el que viendo a ambos calla y
acepta. No puedo seguir siendo miembro de una organización en la que la
excelencia es pura casualidad y la vulgaridad es la nota dominante.
Ya
ves, Mariano, no encuentro ninguna razón para seguir siendo militante del PP.
Habéis dilapidado todo el capital político que pusimos en vuestras manos. Os
habéis convertido en una organización protectora de corruptos, de vagos, de
prepotentes, de inútiles, de lameculos, de oportunistas. No hay decencia en el
PP porque solo cuando os habéis visto obligados por las circunstancias es
cuando habéis sacado las escobas, solo para pasarlas por encima de las
alfombras, no para barrer debajo de ellas.
Imagínate
Mariano lo que se ve en las alturas, pues no es nada comparado con lo que hay
en los rincones de Municipios y Provincias donde, como en el caso de Castilla
la Mancha, una Presidenta ausente ha dejado el gobierno del Partido en manos de
validos, a veces ni siquiera electos, que se han constituido en verdaderos
caciques por los que ha de pasar todo lo que se mueva en su entorno. Vente a
Albacete, Mariano, y mira en manos de quién ha dejado Cospedal las riendas del
Partido; un valido más de tornajo que de plato, pero ahí está y nadie se le
mueve porque las listas son las listas, son el maná de los inútiles y él es el
que lo reparte…”.
…”Por
eso, Mariano, porque he dejado de creer en ti y en el Partido que te sostiene.
Porque soy consciente de que desde las bases en el PP no puede conseguirse nada
que suene a regeneración. Porque tu Secretaria General está dedicada en cuerpo
y alma a las guerras internas que tú mismo propicias, abandonando a su suerte o
la de sus validos a la Comunidad Autónoma que la encumbró, por todas esas
razones y muchas más que alargarían innecesariamente este escrito, creo que lo
mejor que debo hacer es pedir la baja en el PP, porque no quiero seguir
formando parte de vuestro embrollo y porque no quiero más ataduras. Quiero ser
libre para pensar y decir lo que pienso sin que la disciplina de partido coarte
esa libertad. Hoy mismo curso la solicitud a la Junta Local en la que estoy
inscrito”.
Rajoy se ha dado demasiada prisa
en desaparecer y ha dejado al Partido desnortado, sin experiencia en primarias,
secundarias o terciarias. Al sucesor natural, porque es el líder actualmente
más valorado del PP, Alberto Núñez Feijóo, le pilló con el paso cambiado pues
no contaba con que esto llegara antes del 2020 y su renuncia ha desatado una
guerra interna en la que, como dejé escrito la pasada semana, Dolores y Soraya
deben ser coronadas de laurel por los servicios prestados y ser enviadas al
Olimpo con el resto de dioses caídos, dejando paso a un aire nuevo de
renovación generacional e ideológica tan necesaria para que el proyecto del PP pueda volver a ser creíble.
Y en cuanto a la militancia, después de tantos años olvidada y si acaso
convertida en “aplausómetro”, se ha convencido a sí misma de que su decisión
apenas contará y que además puede ser rebatida o anulada por unos
compromisarios que representan las diferentes corrientes del aparato pero no a
ella.
Quienes representan al viejo PP, aunque hayan hecho frente a la
corrupción como Cospedal o se hayan puesto de lado como Soraya y quienes no van a favor de sino en contra de,
lo mejor que pueden hacer es echarse a un lado y dejar paso y con ello habrán
hecho el mejor servicio al Partido y a España.