miércoles, 29 de abril de 2009


¿QUÉ PASA CON LAS CAJAS ?

Las Cajas de Ahorro y las Cooperativas del Campo son las dos Instituciones, potenciadas y mimadas por el franquismo, que quizás hayan sufrido menos cambios en su estructura orgánica y en su normativa.
Las Cajas de Ahorro ya habían nacido muchos años antes, pero fue durante la Dictadura cuando se potenció el triángulo “Caja de Ahorros - Caja Rural – Cooperativa del Campo” creándose la estructura económica básica del mundo rural, alejada del otro en el que la Banca privada se dedicada a otros menesteres.
Desde la Institución benéfico-social encargada de canalizar el ahorro popular para potenciar el desarrollo económico, hasta las nuevas entidades modernas y competitivas , han cambiado tanto el marco en donde operar como las formas de hacerlo; pero a pesar del toque de modernidad, algo hay en las Cajas que huele a rancio; algo que hace tiempo debió ser actualizado y no se hizo.
Los Órganos de gobierno de las Cajas han sobrevivido hasta nuestros días, no así su composición. En la etapa franquista, la Asamblea General la conformaban en un 40% los Ayuntamientos, un 44% los impositores, el 11% las personas o Entidades fundadoras y un 5% los empleados.
A falta de colores políticos, los Ayuntamientos obtenían su representación atendiendo al volumen de sus depósitos en la Entidad. Los impositores, los mejor representados y atendiendo a un concepto obsoleto de lo que era el negocio bancario, solamente eran los que tenían determinado volumen de depósitos en la Entidad, no los que generaban negocio y beneficio para la misma, es decir , los ricos, los terratenientes, empresarios locales etc.; lógicamente nadie o casi nadie del pueblo llano. El 11% se lo repartían personas o Entidades fundadoras, Cámaras de Comercio, Colegios Profesionales etc. Y por último un 5% para los empleados, por aquella época, elegidos a dedo pero confirmados en las urnas.
La aparición de las Comunidades Autónomas supone un elemento más a participar del pastel del ya sustancioso negocio de las Cajas; así que se modifica la legislación para permitirles intervenir cuando no controlar a las Entidades, que empiezan a dejar de ser provinciales para convertirse en regionales y actuar en muchos casos como el banco oficial de la Comunidad. Las CC.AA. consiguen su representación en los órganos de poder de las Cajas en perjuicio de los impositores, no de los Ayuntamientos. Así en el caso de nuestra Caja regional, la composición de la Asamblea General, con un mínimo de 80 y un máximo de 200 miembros, pasa a estar formada por un 40% en representación de los Ayuntamientos, un 25% de la Comunidad Autónoma, solo un 22% de los impositores, 10% para los fundadores y 7% de consolación para los empleados ahora ya representados por los sindicatos.
La representación en los demás órganos de gobierno respeta estos porcentajes por lo que no caben sobresaltos ya que la Asamblea General, el Consejo de Administración, entre 15 y 19 miembros y la Comisión de Control , entre 5 y 9, están en las mismas manos.
No deja de ser curiosa la representatividad municipal en donde el 75% se elige teniendo en cuenta los depósitos por Provincia, cuando hoy las Entidades locales o provinciales concurren normalmente al mercado bancario para satisfacer sus necesidades financieras.
Y no deja de ser más curiosa, por antigua, la figura del impositor. Hoy se considera cliente de una entidad bancaria tanto al depositante de ahorros o excedentes, cliente de pasivo como al que dispone de préstamos, créditos etc., cliente de activo y ambos colaboran a establecer el beneficio de la Entidad. En el antiguo régimen se considera la figura del impositor como exclusión de quienes nada o poco tienen, dejando en manos de los pudientes el honor de manejar los hilos de la Entidad.
Quiero con esto llegar a hacer ver que el control y posterior manejo de las Cajas no se escapa a las manos de los políticos y aprovechando esta obsoleta legislación, aunque se renovara en parte en Julio del 97, se hacen dueños y señores de las mismas, pues con la suma de los representantes de la Comunidad Autónoma y los de los Ayuntamientos, de frecuentes mayorías similares, gozan de la mayoría suficiente para hacerlo.
Si a esto añadimos el complicado proceso de elección de unos y otros y la facilidad para manipular a priori el sentido de voto de los “impositores”, ya tenemos todos los elementos necesarios para llegar con el transcurso de los años a la situación que ahora contemplamos.
Una vez conseguido el disfrute del pastel había que pensar en quién poner al frente del mismo y, al igual que pasara en el Banco Exterior, Banco Hipotecario y otros Bancos del ICO, las Cajas se convierten en cementerios de políticos cesantes, en la mayoría de los casos desconocedores del oficio y sin ánimos de aprenderlo aunque sí de disfrutarlo.
Ya tenemos todos los condimentos para aderezar el potaje: Primeros niveles ocupados por cesantías políticas, control de la mayoría del Consejo de Administración, Comisión de Control y Asamblea General. Sencillo, la mar de sencillo.
El Presidente posiblemente no conoce el negocio bancario pero no olvida por quién está puesto. El Consejo de Administración también sabe a quién se debe y no va a defraudar al Presidente y mucho menos la Comisión de Control que lo verá todo perfecto, con el oportuno y negociado voto en contra de las minorías de sindicalistas y empleados, en su mayoría estómagos agradecidos, de vacaciones perpetuas y asiduos visitantes de los clubs sociales. Y no digamos de la Asamblea General, traje de domingo, viaje y bocadillo pagado (solo que en vez de bocadillo, comida “pa hincharse”; al estilo del antiguo régimen). ¡Joder, si es que son los mismos!, los mismos perros con distintos collares.
Canalizar el ahorro popular para hacerlo llegar allá donde la sociedad lo necesitara y … “los beneficios”, ¡Ay los beneficios!. Para ellos se crea una Obra Social en la que invertirlos; cuatro bancos aquí, dos papeleras allá, un concierto de la banda de música, un pintor del pueblo, … pero ante todo, ¿Qué mejor obra social que la encaminada a mejorar la vida de los propìos empleados?; sueldos muy por encima de la media del sector bancario, Clubs Sociales de ensueño, vacaciones casi gratis por todo el mundo, campeonatos deportivos a escala nacional, comidas, cenas, macro-cestas navideñas y un largo etc. Y todo esto al alcance de los curritos. De los del primer nivel ni hablamos.
La Obra Social está destinada por lo demás a financiar políticas sociales y menos sociales de los dirigentes autonómicos; y al margen de ella, cada vez cobra más peso la financiación de proyectos interesados en donde el amiguismo y el olor a podrido se palpan.
¿Qué importa si la Entidad gana o deja de ganar?. Si los resultados se pueden maquillar, cuando no disfrazar del todo como este año en la Caja que todos sabemos, y nadie va a venir a pedir cuentas. ¿Quién, los accionistas?, tontos, aquí no hay accionistas; aquí no hay quién venga a pedir cuentas, ni el Banco de España, que primero mira a quién se va a perjudicar políticamente antes de meter la gamba. Y además, aquí el Jefe no responde de nada ni por nada. En un Banco normal al presidente lo echan los accionistas a la calle (a no ser que el Banco sea suyo), y como ocurre en un club de fútbol, el entrenador depende del éxito del equipo y si no consigue resultados le ponen de patitas en la calle. En las Cajas no. Aquí un Presidente junto con su equipo directivo, comandados y teledirigidos por el político autonómico de turno (y no hago distinciones) no responden de nada. A lo sumo y si el entuerto ha sido grave, se les nombra para otra cosa, que además se adorna de forma que parezca un ascenso o un premio a su gestión.
A modo de conclusión hay que reconocer dos cosas que son ciertas, una, que las Cajas son una parte muy importante del sistema financiero español; otra, que en general han estado y están muy bien valoradas por la sociedad española, pero tan poco es menos cierto que la legislación de Cajas se ha quedado antigua y desfasada; que han tenido la desgracia de caer en manos de la clase política que las está utilizando en su beneficio; que es necesario un mayor control de las mismas por parte del Estado, de forma objetiva y sin criterios políticos; que no pueden seguir compitiendo desleal e irresponsablemente en el mercado financiero del Siglo XXI ; que no pueden prescindir en su gestión del consagrado objetivo de rentabilidad ni deben lanzarse a una política de expansión sin límites que lo ponga en peligro; que las que tengan que desaparecer por su mala gestión, lo hagan pronto y sin echar mano del dinero de todos y que los que las dirigen deban responder ante la Justicia de sus desaguisados.


De nuestra Caja regional, “Caja Castilla la Mancha” no voy a comentar más allá de lo que todos hemos oído, sabemos o intuimos. Al cierre de esta edición, la situación es que La Caja ha sido intervenida por el Banco de España y parece ser que está en quiebra, que se quiere sanear (tapar el agujero) con dinero público (de todos) y una vez saneada, se pretende (pretendía) vender (fusionar) a una Caja andaluza radicada en Málaga (ahí al lado).
No voy a hacer leña del árbol caído y menos desde el observatorio político, pero aquí sí que, como castellano-manchegos y contribuyentes, no debemos permanecer en silencio ante lo que se avecina y debemos ejercer nuestros derechos como ciudadanos y contribuyentes, porque:
- Si es verdad que hay un agujero de tales proporciones, hay que averiguar las causas por las que se ha producido y depurar responsabilidades de gestores y políticos.
- El Estado no debe usar el dinero de todos los españoles para tapar agujeros producidos por gestores de conductas como mínimo éticamente reprobables.
- Caja Castilla la Mancha supone solamente el 1% del monto total del sistema bancario español, sin embargo se habla de que para tapar el agujero habrá de consumir alrededor del 40% del total del Fondo de Garantía, es decir, para sanear el supuesto podrido 1% de la manzana bancaria hay que gastar casi la mitad del dinero reservado para todo el sistema.
- Pero es que si en el caso de CCM el Estado optara por esta vía de solución, una vez saneada y depuradas responsabilidades, ¿qué necesidad hay de venderla a nadie?
- La consigna, por más que se repita, de que sumadas las dos Cajas serían la quinta del país es tan infantil que no se sostiene en pié. Habría una Caja andaluza, la quinta de España,( donde se habrían colocado en lugares preeminentes los gestores responsables del desastre de CCM) , con una amplia instalación en Castilla la Mancha lo mismo que ya tenemos una amplia red en la región de las dos primeras, La Caixa y Caja Madrid.
- ¿Recuerdan aquella interpelación en el Congreso al Director del Banco de España Mariano Rubio en la que el Sr. Hernández Moltó le decía “Míreme a los ojos”. Hay frases “bumerán” y ésta es una de ellas.
Paco del Hoyo

"6 Flores" nº 17, Marzo 2009,Carta del Director"